jueves, 25 de junio de 2009

Caperucita Roja antes de Perrault

¡Ay, los cuentos de hadas! ¡Y que ñoña es la gente! ¡Y cuanto daño ha hecho la ñoñería Disney!
Los cuentos de hadas son esos pequeños relatos moralizantes de antaño... que de antaño conservan bien poco. Provienen de la más arraigada tradición oral europea, de varios países, así que es normal que haya diferentes versiones del mismo cuento. Como a tantos otros personajes, esto le ocurre a mi querida Caperucita Roja, protagonista del cuento que lleva su nombre y que varios autores recogieron sobre el papel, entre ellos Charles Perrault y los hermanos Grimm. Esta gente cambió sustancialmente los cuentos que recogían, cambiándole incluso el sentido de la moraleja muchas veces.
No nos engañemos, cuando yo era pequeñito y mis amigas aún no conocían las drogas blandas ni los novios cabrones, soñaban con ser princesas de cuento. Yo por mi parte soñaba con que el maltratado Lobo Feroz se comiese al príncipe y vomitase sus huesos sobre las demasiado bien consideradas princesas, o que derribase la casa de Práctico con una cantidad indecente de trinitotolueno, o que El Flautista mandase su horda de ratas rabiosas contra el vulgo... bueno, todo ese rollo, ya sabéis.
Todo eso y más lo pensaba mientras me obligaban cada año a ver la nueva ñoñada cutre (aunque muy bien animada y muy buena banda sonora) de Disney.
Pero todo eso cambió años después, cuando por casualidad descubrí el que según la tradición era el verdadero final de La Cenicienta. Al principio me chocó. No podía ser cierto. Es decir, tampoco era nada del otro mundo, pero un cuento de hadas (con hada y todo) no podía acabar así... Con lo cual comencé a investigar, siguiendo por La Bella Durmiente y algún cuento más y... ¡Joder, lo que yo imaginaba de pequeño realmente pasaba en los cuentos! Los encontré todos, ahí estaban. Había sangre, destrucción, guerra... y sobre todo finales donde los príncipes se largaban sin la princesa. ¡Aquello era genial! Pero faltaba un cuento que no encontraba. He estado años buscádolo... ¡¡¡Hasta hoy!!!
Y sin más dilación, damas y caballeros, les dejo con, no la única, pero si una de las varias versiones orales de Caperucita Roja que nadie se atrevió a recoger, así que preparaos para sobrecogeros:

Una niña que tenía que llevar pan y leche a su abuela. Mientras iba por el bosque un Lobo le pregunto donde iba.
"A casa de mi abuelita".
El Lobo corrió y llegó antes a la casa. Mató a la abuela, vertió su sangre en una botella y cortó su carne en lonchas sobre un plato. Luego se puso su camisón y esperó en la cama.
Toc Toc.
"Entra querida"
"Te traigo pan y leche, abuelita".
"Come tú algo, querida. Hay carne y vino sobre la mesa".
La niña comió lo que se le ofrecía.
Cuando lo hizo, un gatito dijo:
"¡Zorra!¡Come la carne y beber la sangre de tu abuela!"
Luego el Lobo dijo:
"Desnúdate y ven a la cama conmigo".
"¿Dónde dejo la falda?".
"Echala al fuego; ya no la necesitarás más"
Por cada pieza, enagua, corpiño y media, la niña preguntó lo mismo y el lobo replicó:
"Échala al fuego; ya no la necesitrás más"
Cuando la niña se metió en la cama, dijo: "Abuelita.. qué peluda eres".
"es para mantenerme caliente, querida"
"Abuelita que uñas tan largas tienes"
"son para arrascarme mejor"
....
Abuelita qué dientes tan grandes tienes"
Son para comerte mejor, querida".
Y se la comió.


Y ya está. Corto pero intenso, ¿eh? Pues aún hay más, según he leído por ahí, hay versiones en los que mi querida Caperucita, ya dentro de la cama con el Lobo tiene ganas de cagar (lo que tiene que en el bosque no hay water) y el animal le dice que se lo haga en la misma cama.
Ala ya está... por ahora.


P.D: En Compañía de Lobos, de Neil Jordan:
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miércoles, 24 de junio de 2009

Prohibición de videojuegos violentos en Alemania

Lo escuché el otro día en un podcast y no me lo puedo creer. Parece que el gobierno alemán, no contento con censurar los juegos (y creo que las pelis pero no lo aseguro) como les da la gana, ahora deciden prohibir todo juego violento.
Podéis pensar que no pasa nada, que hay grandes juegos donde no hay violencia, y es verdad; el caso es que empiezan prohibiendo esto, que parece una chorrada, y siguen por otras cosas, diciéndole a la gente lo que es bueno y lo que es malo y como deben pensar. También podéis pensar que os la sopla porque es en Alemania y no aquí, pero os contaré más cosas. Si sois aficionados a todo esto de los videojuegos sabréis que no hace mucho se aprobó en España una ayuda económica para los desarrolladores de videojuegos de ese país. Pues bien, lo que no le interesó decir a las noticias es que esa ayuda se otorga siempre que el juego en el que se esté trabajando no sea violento.
¿Qué opináis?
Yo opino que son unos putos NAZIS de mierda, policía del pensamiento, como diría Orwell.

sábado, 20 de junio de 2009

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.8: Sangre, Parte 3, La Tarde

Él daba vueltas nervioso, como un león enjaulado en una cárcel invisible. Tenían un gran, gran problema. Habían atado a aquel individuo, que se había desmayado, al parecer por la impresión.
-¡Ha visto nuestras caras, joder!
Ella no sabía como responder. Era cierto. Él tenía toda la razón. Creía que iba a llorar… pero solo lo creía.
-Vale, despierta de una vez. – Explotó él, agachándose y abofeteando a aquel ser desdentado, que abrió los ojos y levantó la vista, intentando decir algo.
Él estaba a punto de quitarse la máscara para comer las uñas mientras aquel tipo atado intentaba explicarse, sin dientes. Decía que daba igual que los hubiera visto, que no los conocía.
-Dos extraños rondando por una puta aldea de quince casas… ¡todos nos habrán visto!
-Solo aquel camarero.
-¿Qué? – Dijo con un tono bastante amenazante, girándose hacia ella.
-Digo que solo nos ha visto el camarero.
Él se paró y tomó aire. Casi un minuto después lo expulsó diciendo:
-Son solo dos, habría que hacerlos callar…
-Estamos para proteger. – Interrumpió ella con voz firme.
Cogió al hombre atado y empezó a arrastrarlo hacia el bar, tras hacerle un gesto para que lo siguiese. A mitad de camino se paró y, tosiendo ligeramente, dijo:
-Niña… dueles. ¿Estás bien?
-Solo un poco nerviosa… no es nada.
Llegaron y entraron al bar. El camarero no pareció sorprenderse de ver entrar a tan extraña comitiva. Él, en un gesto de arrogancia, arrojó al desdentado encima de la barra y lo señaló con aires interrogantes. El camarero preguntó:
-¿Quién es este tipo?
-Es el asesino que ha estado rondando este lugar. – Respondió ella.
-Ya veo… Nos encargaremos de él. ¡Ah, por cierto! No os conozco, pero aunque os conociese, vuestro secreto está a salvo aquí, gracias por todo.
Ambos asintieron, intentando creer a aquel hombre.
-Llamaré a las autoridades y… ¡Debería enseñaros algo! ¡Seguidme!
El camarero salió de la barra y se dirigió hacia el exterior; se colocó en una esquina del aparcamiento. Pisó una piedrecilla que había allí, lo que hizo que, tras un chasquido, se revelasen unas escaleras que se hundían en el subsuelo.
-Nunca he entrado más allá de un par de peldaños, pero tal vez os interese…
Ella dio las gracias, él se limitó a bajar. Aquello era opresivo, muy poco ancho y con mal olor. No olía como si hubiese estado mucho tiempo cerrado, sino a algo… orgánico. Muy orgánico. Cerca del final las escaleras se hacían más anchas, hasta desembocar en un pequeño pasillo que llevaba a una pequeña puerta.
-Debemos estar bajo el bar, ¿no?
-Sigues doliendo.
-Lo… siento…
-No es culpa tuya. – Dijo mientras abría la puerta.
El olor era peor allí dentro. Se fijaron en que ciertos segmentos de las paredes y del suelo tenían manchas secas, casi granates. En el centro del cuarto había un gran sofá, y en una de las esquinas varias jaulas con animales. Conejos, hamsters, ratas y un caniche. Al fondo otra puerta. Se quedaron allí parados esperando a que pasase algo, mirándolo todo con detalle; las piedras oscuras que formaban el lugar, manchadas por algo seco, los animales… Y de repente pasó. De la puerta del fondo llegó un golpe seco y la puerta se abrió. En frente a ellos había alguien con la cabeza baja, sangrando en la frente. Se diría que había abierto la pesada puerta de un cabezazo. Levantó la vista. Soltó una carcajada, y comenzó a andar hacia ellos diciendo con una voz estridente:
-¡Cuánto tiempo!

jueves, 18 de junio de 2009

Clint, no te mueras nunca por favor

Por fin pude ver Gran Torino. Me gusta ver cine de Eastwood. Que coño, me apasiona ver cine de ese tipo. Me recuerda que en el cine norteamericano sigue habiendo grandeza y personajes interesantes que retratar.
Y no sé por que, creo que de mayor me pareceré un poco a ese viejo, huraño y reservado llamado Walt Kowalski.
Pero solo un poco.

lunes, 15 de junio de 2009

Los aficionados a la música de principios de los 90 sabéis de lo que hablo


OH FUCKING YEAH!!!
Acabo de recordar como extraño aquellos paseos nocturnos con mi viejo/s walkman. Como extraño aquellos recreos con mi viejo/s walkman.
Y aquella riñonera repleta de pilas y cascos de repuesto. La última vez que la vi estaba en un cajón y tenía un preservativo escondido. Creo.

sábado, 13 de junio de 2009

Tus Labios Rojos (recreación de la escena del crimen)

¿Nunca te había dicho lo bien que te quedan esos labios rojos tuyos? Vivos como la sangre, vívidos como mis sentimientos, interesantes como un poema épico... Deseables como el guante de Gilda (aunque sea negro me la sopla). Nunca creí verme admirando unos labios teñidos, artificiales (artificiosos!!!) y aquí me veo escribiendo esta mierda que imaginé ayer a la noche pero fui demasiado vago para escribir, pero oye, ya sabes, una femme fatale siempre consigue llevar a la perdición a los hombres, supongo que a veces sin proponérselo

Y ahora que vas a irte... sé que no nos veíamos casi, pero en un desmesurado acto de egoísmo te comento que echaré de menos esa mágica sensación de que podría cruzarme contigo en cualquier momento... y decirte hola, ¿qué tal?