domingo, 25 de diciembre de 2011

A Lo Mejor Quieres Que...

A lo mejor quieres que vista esa estúpida ropa de colores que no combinan y abandone esta ropa oscura.
A lo mejor quieres que practique esos espasmos que llamas baile.
A lo mejor quieres que baje el nivel intelectual de la música que escucho.
A lo mejor quieres que la oiga en vez de escucharla.
A lo mejor quieres que lea libros de novecientas páginas que no dicen nada.
A lo mejor quieres que no lea.
A lo mejor quieres que te pague las copas.
A lo mejor quieres que ni se me ocurra mencionarlo.
A lo mejor quieres que te mire como un baboso.
A lo mejor quieres que mis ojos no se atrevan a desviar furtivamente la mirada de los tuyos.
A lo mejor quieres que siempre tenga una sonrisa estúpida en la cara.
A lo mejor quieres que no tenga derecho a reirme junto a otras mujeres.
A lo mejor quieres que solo te quiera para eso.
A lo mejor quieres que no te quiera.
A lo mejor quieres que beba para desinhibirme.
A lo mejor quieres que no necesite beber para no sentirme vacío.
A lo mejor quieres que me crea una persona normal.
A lo mejor quieres que te crea una persona normal.

A lo mejor quieres que me vaya con otra.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Es Tiempo De Violencia

Cuando no te quedan más opciones es tiempo de violencia.

Cuando te acorralan como a un animal herido y no puedes ni defenderte das palos de ciego, pero esos palos pueden llegar a herir.

A veces querría perder la cabeza y librarme de todo este odio por la vía más rápida. Querría mancharme con vuestra sangre caliente y lavarme luego de la forma más indiferentemente posible.

No quiero lo peor para vosotros, simplemente os quiero muertos. Es tiempo de violencia.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.28: Contraataque Parte 7; She Wants To Be Alone

Ella quiere estar sola. No. Ella necesita estar sola. Cuando todo empezó, como en el fondo sabía que algún día pasaría, solo pensó en correr. No pensó en pararlo, solo en escapar de allí. Ahora se encontraba a las afueras de la ciudad pero aquello no se iba. Quería pararlo, de verdad quería, pero pensar en toda la gente que estaba sufriendo por su culpa la ponía más nerviosa todavía. Ese era el truco, calmarse, serenarse y ver todo con perspectiva, pero la perspectiva desde allí era un montón de polvo, frío, viento y cáncer. Y todo lo estaba haciendo ella. Ni siquiera pensaba en El Silencio, su pareja desde hacía diez largos y tortuosos años. Si se parase a pensar en él llegaría a la conclusión de que solo es una víctima más de su incontrolable poder. Estaba cansada y ardiendo por dentro y pensó que, tal vez, todo aquello se iría si se dormía. Deseó dormir y no despertar jamás, pero no tenía ni siquiera sitio para hacer eso.

Caminó durante unos veinte minutos, hasta que encontró un camino por el que abandonar la carretera y adentrarse en la montaña. Dormiría en el suelo, sobre la hierba. Le dolía saber que no era la primera vez. Buscó un buen lugar, si es que el frío suelo mojado podía serlo, y se acurrucó, se quitó la máscara y la peluca y no tardó en quedarse dormida. Tuvo las peores pesadillas que había tenido jamás, soñó con los peores momentos de su vida. En casi todos salía él, y en los que no salía él salían situaciones muy parecidas a las que se estaban viviendo en la ciudad. Durante años había leído y estudiado las posibilidades de que la teoría del invierno nuclear fuese cierta y había llegado a la conclusión de que sería imposible. Claro que ninguno de los investigadores que ella había estudiado hablaba de que una sola persona sacase tal catástrofe de dentro suyo, sin necesidad de bomba atómica alguna.

Se despertó sobresaltada, sin terminar un sueño en el que recordaba a sus padres, ambos muertos de cáncer cuando ella era pequeña y se preguntaba acerca de la naturaleza de su poder. Hacía años que había dejado de preguntarse por eso y recordaba exactamente cuando. Cuando Carlos se enteró del poder que ella poseía empezó a decirle que debía dejar de preguntarse por que y preguntarse el como, es decir, no debía pensar en que la había hecho así de peligrosa y debía pensar en que hacer con ese don, como él le llamaba, que tenía. Con el tiempo había acabado por aceptar el hecho de que jamás averiguaría el origen de estas habilidades, pero ahora acababa de darse cuenta de que la única oportunidad que tal vez tenía de parar eso era aprender más sobre si misma. Decidió que tenía que ir a la casa que la vio nacer, deshabitada ahora pero de su propiedad, y rebuscar entre cualquier documento que allí pudiera haber.
Se puso en camino dejando tras de si la máscara, que por alguna extraña razón no creía necesitar, y la peluca verde. No quería ser reconocida y, después de todo, aquello de la identidad secreta había sido útil siempre para escabullirse después de, como diría El Silencio, parar a los malos. Pues bien, ahora la mala era ella, o al menos se sentía así e iba a pararse a si misma, si podía.

No tardó demasiado en llegar a la carretera general de la ciudad, que llevaba el nombre de aquella escritora que le había apasionado tanto cuando no tenía cosas tan importantes de las que ocuparse. Cuanto más se iba adentrando en la ciudad más contemblaba la desolación que había causada. El clima estaba igual que cuando corrió intentando huir de si misma, pero no había tanta gente por la calle. Los pocos que quedaban caminaban tosiendo y tambaleándose sin saber muy bien a donde ir. Ella no, de hecho de no ser por el calor que la abrasaba por dentro y por la inabarcable sensación de culpa que la embargaba, se encontraría físicamente perfecta.
Alguna gente empezó a mirarla de forma curiosa, viendo que no tosía ni se encontraba tan mal como ellos. Ella pensó en imitarles pero llegó a la conclusión de que le saldría mal y prefirió no hacerlo.

Tras andar hasta aquella horrible plaza y torcer a la derecha llegó a la casa donde había sido criada... hasta que su familia empezó a morirse. No tenía la llave, no sabría como entrar en la vivienda, pero ya se le ocurriría algo. Alguien estaba saliendo del edificio cuando ella se acercó a la puerta y así pudo entrar. Tenía miedo de llegar arriba y de lo que pudiese encontrar, si es que conseguía entrar en la vivienda, así que subió por las escaleras.
Cuando llegó por fin a ese cuarto piso donde había pasado veinte años de su vida se sorprendió al ver allí a Carlos, El Silencio, y a Maestro de Sangre.
-Te buscábamos y decidimos venir aquí. Acertamos. - Dijo Maestro de Sangre, con una gravedad inusual en su tono de voz.
-Carlos... ¿Estás bien?
-No. - Dijo él mientras utilizaba su poder para hacer saltar los goznes de la puerta. - Entremos.

sábado, 29 de octubre de 2011

...

Dejaré de ir al cine hasta que los guionistas dejen de escribir sobre ti.

Volveré a comprar dvds cuando encuentre alguno que no trate sobre ti.

Dejaré de escuchar música hasta que los músicos dejen de hacer música para ti.

Dejaré de escuchar a toda esa gente que me habla de ti.

No leeré más novelas si siguen escribiéndose sobre ti.

Dejaré de mirar a todas esas personas que se parecen a ti.

Dejaré de mirar todas esas nubes iguales a ti.

Apagaré las constelaciones con formas que me recuerdan a ti.

Haré todo eso y más o admitiré que tengo un problema.

domingo, 16 de octubre de 2011

El Silencio, vol.3: Contraataque Parte 6; Decisiones

Pediría perdón por la tardanza y por lo corto que es, pero ya mandé a la mierda la periodicidad mensual y la duración. A partir de ahora todo lo que tenga que ver con Luci y Carlos saldrá cuando tenga que salir y como tenga que salir.

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Abrió los ojos pesadamente pero no vio nada.
-Joder... ¿Estoy muerto ya? - Preguntó en voz alta, sin esperar a que nadie respondiese.
-No, gilipollas.
-No veo nada y hace frío...
-Si, hace frío en toda la puta ciudad, pero si quieres enciendo la luz.
Y sin esperar respuesta, la luz se encendió y El Silencio pudo ver como Maestro de Sangre se paseaba nerviosamente por una pequeña estancia de piedra. Sin duda se trataba de una de las salas del Refugio.
-¿Por qué estoy aquí? - Preguntó El Silencio, sin intentar levantarse.
-Mis semiinvisibles volvían sin ninguna información y te encontraron medio muerto en un puto tejado. Ahora mismo estoy calentando tu sangre para que no vuelvas a caer en la hipotermia. Joder, a saber cuanto tiempo llevabas ahí.
-¿Puedes hacer eso?
-Soy Maestro de Sangre y puedo hacer eso y más. Mira, tenemos que decidir que hacer con tu novia.
El Silencio se incorporó de repente, gritando:
-¡Tenemos que encontrarla!
-Lógicamente, gilipollas. El problema es que vamos a hacer con ella cuando la encontremos.
-Esconderla de Los Veladores.
-¿Y crees que eso va a servir de algo? Mira, este sitio puede estar comprometido y a lo mejor hay que abandonarlo pronto. Esa gente encuentra lo que se propone, ¿dónde coño quiéres esconderla?
Carlos Caccamo, El Silencio, se levantó de cama, despacio, mientras Maestro de Sangre salía despedido hacia una pared. Él se le acercó y, cogiéndolo de los cuellos de su camisa llena de sangre seca, le preguntó:
-¿Qué estás insinuando?
-Insinuo que es peligrosa, solo eso.
-¿Peligrosa?
-Joder, mira lo que hizo.
-¡Lo que le hicieron hacer!
-No, perdona, no es lo que le hicieron hacer. - Maestro de Sangre sonaba muy irritado. - Sus poderes son muy peligrosos. Joder, sus poderes son esto. A la tipa no le llaman Invierno Nuclear porque si, ¿entiendes?
-¡Ella quiere ayudar a la gente!
-¡Ella no quiere ayudar a nadie, joder, ella quiere que la dejen tranquila para que esta mierda no se dispare como ha hecho. Tú la sacaste a plena vista, la pusiste hace cinco años en el punto de mira de Los Veladores cuando ella simplemente vivía su vida.
-¿La culpa es mía ahora?
-No lo sé... ¡Pero no es suya!
-¡Por eso vamos a encontrarla y a esconderla!
-Mientras estamos aquí puede que ellos la hayan encontrado.
-¿No tienes ninguno de tus putos planes de mierda en acción?
-No hay plan contra esta gente, acéptalo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Y aquí estoy.
En casa, en cama, solo, sin ti.
Borracho y sin quien compartirlo.
Es lo que pasa cuando pasan cosas y esas cosas pasan.


Joder, ¿por qué me parece tan divertida esta mierda?




Aquí hace calor.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Carita de Ángel: Un poco de sangre...

De alguna forma llegas a tu casa. La atraviesas lo más silenciosamente que puedes, como siempre. La noche te da seguridad, sin gritos ni amenazas. Pero hoy no. Hoy sientes que se te olvida algo muy importante pero el alcohol no te deja recordar el que. Cuanto más te esfuerzas más se te olvida, ya conoces la sensación. Consigues arrastrarte hasta tu cuerpo y te tumbas en tu cama sin deshacer, manchando el edredón con tierra, alcohol barato y un poco de sangre...

domingo, 11 de septiembre de 2011

Volveré a ninguna parte.

martes, 23 de agosto de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.27: Contraataque Parte 5

Perdonad la tardanza y lo corto que es, pero es importante para lo que va a venir.

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Las autoridades habían tardado en responder, como siempre, pero por fin lo habían hecho. Evacuación inmediata, chillaba la policía mediante altavoces en sus coches patrulla. Por alguna extraña razón la ciudad y sus cercanías estaban viviendo lo que solo podía calificarse de un invierno nuclear. En agosto, la nieve cubría la carretera y se veía transportada por un feroz viento cortante, pero eso no era lo malo. Ni siquiera la capa de cenizas en la atmósfera que tapaba parcialmente el Sol era lo más malo, no. Lo peor era sin duda la radiación que destrozaba sin piedad las células de la gente. Nadie tenía claro nada. Había que evacuar pero en ningún sitio querían acoger a toda esa gente contaminada, así que el plan del alcalde era llevar hacia las montañas a toda la ciudad. No iba a servir de nada y lo sabía, pero así parecería que estaba haciendo algo. Lo fácil hubiera sido salir a esconderse a bordo de cualquier avión, pensaba, pero no podía hacer eso de cara a su imagen pública.

Desde luego que se barajó la hipótesis terrorista en tal evento, pero por los callejones , entre saqueos, se hablaba de otro tipo de culpables. Unos culpables que habían aparecido con promesas de salvación. Una pareja. Un hombre y una mujer que mostraban unas habilidades prodigiosas, por encima de los mortales. Un par de máscaras a quien nadie había visto completamente la cara. Ahora la ciudad sabía por que. Harían el daño y luego podrían escabullirse entre la gente que evacuaba el lugar. Podrían ser casi cualquiera, lo cual llevaba a sospechas y peleas, unas más trágicas que otras, incluso entre gente que se conocía desde hacía mucho tiempo. Estaban envueltos por la enfermedad y la fría oscuridad, ¿quién podría culparlos? Toda su vida se estaba viendo destrozada y, sobre todo, menguada. Había incluso gente acaudalada que ya había empezado a ofrecer suculentas recompensas por las cabezas de los que habían causado esto, aunque la policía había intentado por todos los medios que tales premios ni se planteasen. Daba igual, todo había cambiado. De un minuto para otro el mundo se había convertido en un lugar mucho más hostil que de costumbre. Ya nadie podía fiarse de nadie, solo podían tratar de escapar. Realmente nadie trataría de encontrar a estos dos seres maravillosos; algunos solo rezarían para que no fuesen sus vecinos ni su familia. Para no tenerlos cerca.

No es que la noticia recorriese todo el país, es que recorría casi todo el mundo. Ahora el planeta conocía los seudónimos. Tal vez habría auténticos ejércitos reuniéndose para cazar a esos seudónimos. Para cazar a El Silencio e Invierno Nuclear, ahora mismo las palabras más odiadas del mundo por casi todos. Pocos podían imaginar el triste destino del primero, casi muerto en una azotea cualquiera en la que nadie se había molestado en buscar. ¿En cuanto a ella? Un par de videoaficionados habían captado como salía corriendo, pero nadie se molestó en seguirla. La temían. No querían cruzarse con ella. La odiaban. La odiaban por destrozar su ciudad y su vida. Algunos odiaban y envidiaban al mismo tiempo sus poderes. Pocos trataban de entender que pasaría por su cabeza en esos mismos instantes. No era tiempo para la empatía. Era tiempo para el odio y para correr y ponerse a salvo, si es que era posible.

Decenas de autobuses entraban y salían de la ciudad llevándose a gente que podría estar desarrollando cáncer terminal en ese momento. La muerte se respiraba en el viento helado. La muerte cantaba al son de los contadores geiger. La muerte oscurecía la luz. La ciudad parecía presa de una muerte blanca. Tal vez estaba muerta pero, ¿dónde estaban exactamente los responsables? Y la pregunta importante, ¿quiénes eran los responsables? ¿Los Veladores? ¿La mujer que quiere llamarse Lucía Lagos? ¿El Silencio por haberla arrastrado a esa vida que ella no quería? Obviamente los medios de comunicación no podían hacerse esta pregunta. Ellos no saben nada, ni de lo que está pasando ni de lo que está por venir.

Porque el Contraataque podría acabar aquí. El Silencio podría acabar aquí. Lucía Lagos, Invierno Nuclear, podría acabar aquí. Maestro de Sangre y su Refugio podrían sucumbir aquí, destrozando así su sueño y el de muchas otras personas especiales o directamente extrañas.

Los Veladores aguardan, los ejércitos se alzan y los autoproclamados héroes todavía tienen una batalla que librar... si pueden.

sábado, 13 de agosto de 2011

Lo siento

Estoy borracho hasta la autolesión.
Alcohólico hasta el límite del autoperdón.
Melancólico a punto de volver a ti...
...a llamarte pero no.
No te lo mereces y yo tampoco.

jueves, 11 de agosto de 2011

Carita de Ángel: Avanzando.

Caminas tambaleándote, viendo las paredes borrosas. No ves las manchas de vómitos a medio secar en tu larga melena negra, que te atraviesa aleatoriamente tu bonita cara de ángel. Vas con medias rotas, apoyándote en los edificios, arrastrando los pies, avanzando. Calculas mal (el alcohol es lo que tiene) y caes al suelo. Si, claro que hay gente pero no esperes que nadie vaya a ayudarte. Repta como un animal y levántate cuando encuentres alguna farola a la que agarrarte. Una bombilla que no brilla ni la mitad que tú. Vuelves a avanzar, con tus ropitas negras llenas de tierra, restos de basura y alcohol. Hay cristales, pero sigues avanzando.

sábado, 16 de julio de 2011

Prometí demasiado

A lo mejor prometí demasiado porque... ¿Recuerdas la mierda que te quiero vender por aqui de lo bohemio y borracho que soy? Vale, ahora estoy bebido pero estudio una carrera pagada por papi. ¿Recuerdas las noches de pasión desenfrenada que te prometí? Pues depende, porque aunque no lo parezca soy muy selectivo, es decir que soy un superficial de la hostia, si, con h, cosa que nunca escribo pero bueno, el Ballantines resuena en mi cabeza. Me vine muy temprano o se fueron demasiado pronto y tú me estás leyendo porque la fiesta se acabó. ¿Fiesta? Si, fiesta, no creas que me quedo bebiendo en un oscuro rincón abandonado porque rara vez lo hago solo. ¿Quiéres creerte mi puta película? Creetela, supongo que forma parte del pacto narrativo entre lector y autor o alguna mierda de estas. El caso es que si lees esto a propósito y sin querer te admiro y respeto, porque no sabes cuantas correcciones me está llevando escribir esto sin letras metidas a lo que parece ser el azar por el que el whisky me lleva y todas esas cosas de las que no se me ocurre ahora mismo escribir ahora mismo.
Os quiero a todos y bla bla bla todas esas cosas que se dicen para comerle la polla al público y que a mí no me interesa, o si, o no, o yo que coño sé. Bah, mierda, subidme las visitas a parte de Jennifer Hills y de Luci Lagos.

Así mi ego crece y... cosas pasan:P

martes, 12 de julio de 2011

El Silencio, vol.2: Contraataque Parte 4; Se Apaga

Acababa de cagarla pero bien. Estaba tirado en el suelo, desangrándose, mientras seguramente el mundo, o por lo menos la ciudad, se iba a la mierda. Intentó volverse para mirarla, pero eso hizo que las punzadas de dolor se extendiesen de sus extremidades y de su pecho a todo su cuerpo, tan solo para alcanzar a ver como ella corría hacia alguna parte. Parecía que Los Veladores habían ido y ella se estaba yendo. Intentó gritar, pero su garganta estaba llenándose de sangre. Al haber sido tiroteado en las extremidades estaba totalmente paralizado y solo podía contemplar como su querida gabardina se iba tiñendo de rojo. Intentó calmarse y pensar. Él era El Silencio y El Silencio es un puto superhéroe. Los putos superhéroes no mueren tiroteados por unos gilipollas en medio de una plaza mientras la gente corre asustada y las temperaturas bajan tremendamente. Tenía su poder y podía usarlo, por mucho que doliese agitarse de esa manera. Se concentró, más o menos, y salió despedido hacia arriba. Justo cuando iba a empezar a caer, salió despedido hacia delante. El dolor de sus miembros tiroteados era insoportable y él no recordaba haber sentido tanto dolor nunca. De hecho no recordaba la última vez que había sentido dolor más allá de alguno ocasionado por los poderes de Invierno Nuclear... como ahora.
Concentró la poca consciencia que le quedaba en dirigirse hacia la zona vieja de la ciudad, hasta llegar al Refugio. Perdió la consciencia a la mitad. Cayó en la azotea de un edificio, desmayándose y abandonándose al frío y a la muerte.
Mientras El Silencio estaba desmayado el mundo seguía girando, aunque él no lo creyese, y la ciudad se oscurecía y se enfriaba más por momentos, tanto que ya casi no parecía de día.
Al poco rato el dolor le despertó. Una finísima capa de nieve lo cubría en pleno julio. Tenía tanto frío que no sentía la mayor parte de su cuerpo. Intentaba concentrarse para utilizar su poder. Aunque muriese en el intento tenía que salir de allí. Sentía que la consciencia iba a írsele de nuevo, mientras veía toda esa sangre entre la nieve. Era su sangre. Casi no se lo podía creer. ¡El Silencio derrotado en una plaza pública, sangrando en una azotea que se iba llenando de nieve! Volvió a perder la consciencia.


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Y así queda cortito, todo sea por la expectación ;)

sábado, 25 de junio de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.26: Contraataque Parte 3; Esto Lo Cambia Todo

En un oscuro callejón, como ratas. Él se abrochó la gabardina, se colocó su máscara de plata, restos de una bandeja vieja que lo despersonalizaban, se puso esa enorme capucha y se subió los cuellos de esa gabardina negra. Hasta el último botón. Se sentía como nuevo y así se lo hizo saber a ella, que solo pudo responderle:
-Bueno... ¿Cuál es el plan?
-Darles donde más les duele. Hagamos como que nos importan una mierda.
-¿Vamos a dejarnos ver?
-¿Para qué coño nos estamos poniendo los uniformes si no es así?
Ella tuvo miedo de contestarle. Tuvo miedo de decirle que no eran uniformes, claro que no, aquellos eran putos disfraces, pero él no se daba cuenta. De todas formas, ahora estaban pasando cosas más importantes que la percepción que ella tuviera de la indumentaria que llevaban.
-Vamos a demostrar a esos hijos de puta que unas cuantas pajaritas curiosas no acojonan al Silencio y a Invierno Nuclear.
-Pero si que nos acojonan, joder...
El Silencio se puso en marcha, saliendo del callejón, comprobando como la gente con la que se cruzaba se lo quedaba mirando. Invierno Nuclear, todavía ajustándose la peluca, corrió detrás de él. Siempre pasaba lo mismo. En el fondo a él le encantaba la fama. Le encantaba ser observado. Luci empezaba a plantearse qué representaba esa improvisada máscara de plata para él. También empezaba a preguntarse la utilidad de ese plan y si era realmente un plan o una desesperada llamada de atención. En cuanto a ella, no tenía otra opción a parte de seguirlo a donde fuese, mientras la paranoia crecía cada vez más en ella. Tenía muchísimo miedo de cruzarse con gente de pajarita, fuese curiosa o no. Estaba aterrorizada, como siempre que se trataba de Los Veladores.

Tal vez el plan del Silencio funcionó porque cuando llegaron a una plaza después de caminar durante un rato, unas diez personas con curiosas pajaritas salieron del parking que estaba debajo de dicha plaza. El Silencio los miró y ellos los miraron a ambos, mientras buscaban algo en sus bolsillos. Él utilizó su poder. Quería matarlos. Quería estrellar a lo que él entendía como débiles humanos contra los edificios cercanos con una aceleración tan fuerte que se deshiciesen contra las paredes. Sabía que no eran nada al lado de las legiones que habrían de venir, pero era un paso, así que utilizó su poder con toda la fuerza que pudo. Y no pasó nada. Una mueca de desconcierto se dibujó bajo su máscara mientras volvía a intentarlo. Nada. Sabía que estaba usando su poder. No podía verlo pero lo sentía. Su poder estaba ahí pero no pasaba nada. Uno de Los Veladores se adelantó y habló, mientras la temperatura comenzaba a caer cada vez más rápido y el viento comenzaba a soplar:
-¿De verdad crees que no estamos preparados para anomalías como vosotros? - Dijo, no sin antes carraspear un poco.
El Silencio no contestó porque no podía permitírselo. Como Invierno Nuclear seguía callada, aquel hombre continuó:
-Ahora vamos a mataros y la mitad del problema estará resuelto. El mundo volverá a ser un poco más... clásico, por así decir.
Los diez Veladores sacaron sus pistolas y apuntaron para disparar, uno a cada extremidad, y otro al pecho. Los demás apuntaron a Lucía Lagos, Invierno Nuclear, mientras ella seguía paralizada sintiendo hervir todo su ser y viendo como una fina capa de cenizas comenzaba a cubrir el cielo.
-Y ahora, con respecto a ti, pequeña...
-¡No me llames pequeña, nunca vuelvas a llamarme pequeña, joder! ¡Ya no soy pequeña! - Estalló Luci, sin mirarle a la cara, mirando a Carlos desangrándose en el suelo.
Las temperaturas bajaron todavía más, el cielo se oscureció y Lucía no se daba cuenta en ese momento de que el viento impidió a Los Veladores, que empezaban a sentirse enfermos, escuchar bien lo que había dicho pese a estar tan cerca de sus gritos.
-Esto lo cambia todo. - Casi susurró, entre toses, uno de ellos.
Los diez asintieron y volvieron al interior del parking mientras Invierno Nuclear se quedaba allí. ¿De qué serviría seguirlos? Miró a Carlos, que había empezado a agitarse espasmódicamente. Miró lo que acababa de hacer, y lo que acababa de hacer era grave. Muy grave. Aquel Velador tenía razón; esto lo cambiaba todo. Lo cambiaba para peor. Contempló como la gente corría asustada, probablemente a refugiarse en sus casas, pero eso no iba a servir de nada llegado un momento. Lucía Lagos, Invierno Nuclear, había desatado algo indecible. Había hecho honor a su nombre. Esto lo cambia todo. ¿Cómo no iba a cambiarlo?

viernes, 17 de junio de 2011

Tengo miedo de ser consumido

Tengo miedo de ser consumido. Tengo miedo de todos vosotros y de ti también. Porque todo es asco, todos son asco y tú deberías.

martes, 7 de junio de 2011

Maestro de Sangre: Contraataque Parte 2; Me Escondo

No suelo contárselo a mucha gente, pero me escondo. Si joder, ¿por qué te sorprende tanto? Es decir, me escondía en aquella puta cueva y ahora me escondo en esta donde ya me escondí hace años. Después de aquella masacre ya no dejé de esconderme nunca más y ahora se acerca otra. Creo que en ningún momento afronté toda esa muerte, que va, solo me escondí tras esta máscara de payaso, de loco, de tipo al que nunca le importó nada. ¿Crees que no me duele sangrar? Joder, claro, pero todo forma parte de mi disfraz. Viví algo horrible y al comprobar como gente que me importaba no tenía tanta suerte como yo, escogí hacer como que me volvía loco en vez de contraatacar. Cuando ese cabrón de la gabardina vino a llevarse a la mujer que amo seguí haciéndome el loco. Que coño, ya no paré. Pero ahora no puedo permitirme eso. Se acerca otra matanza como aquella. Los Veladores están ahí fuera y ahora ya no me queda tanta gente para sacrificar mientras me escondo y la escondo a ella, así que hay que dejar de esconderse y contraatacar. ¿Tenía que haberlo hecho en aquella época? Por supuesto, ahora lo veo pero, joder, es difícil. Tal vez estoy empezando a creerme mi propio personaje, ya que acabo de mandar a unos tipos que ni siquiera son invisibles del todo a una misión de espionaje suicida. Ya no espero que vuelvan, solo espero que me llegue alguna información de su parte con la que poder preparar algo. Joder, acabo de mandar a esos tipos contra una gente de la que solo tenemos un par de dudosos párrafos de información y, entre lo poco que cabe ahí, se afirma que tal vez gobiernen el puto mundo a su antojo o algo así. Joder, estoy cagándome por la pata abajo y no puedo pensar en nada a parte de en seguir escondido y en ella. ¿Ella? Ya, ella dejó de esconderse o algo así, aunque se vaya con ese tipo que le obliga a llevar esa estúpida peluca como si fuese alguna puta cutre o algo. También vive en una cueva, o lo hacía hasta ayer. Pero esto ya no se trata de luchar por ella, cosa que nunca hice. Esto se trata de matar a esos hijos de puta. Si coño, acabo de decir matar porque yo no soy ningún puto superhéroe. Dejo eso para la ficción, no como hace el puto Silencio, al que por otra parte pienso que cualquier día se le va la mano en cualquier sentido y la monta. Pero yo no quiero montarla. ¿Qué quiero? Quiero que toda esta mierda pare para siempre y quiero que Lucía siga viva la próxima vez que la vea. ¿Quién soy? Joder, soy Maestro de Sangre, ¿a quién esperabas?

jueves, 2 de junio de 2011

Me Corté con un Libro de Bukowski

Son las cinco y diez de la madrugada y me corté con un libro de Bukowski. Hay sangre en el libro y mi dedo pica como deben picar las avispas porque me corté con un libro de Bukowski. Estoy despierto chillando tu nombre para que salgas de mí y olvidarte. Escucho música que no escucharías y me corto con un libro de Bukowski. No hay alcohol... Aún, aunque suene peliculero. Gritos de gente borrracha ahí fuera y yo cortándome con un libro de Bukowski en vez de estudiar. No seas como yo, embebido de malsonancia, con un libro ensangrentado y un dedo que debería chuparme, pero soy un cobarde como Bukowski, que me cortó. En esta cama hace calor aunque no estés porque todo es mierda primaveral. Ya casi no llueve, así que no puedo ser bohemio, pero puedo sangrar como si lo fuese. Voy a tomar una distancia emocional para pensar en ti, distancia que me hará viejo, como Bukowski, que me mira pícaro deseando cortarme más. Porque no me jodas que no es estúpido cortarse a las cinco y diez de la madrugada con un libro de Bukowski. Si me hubiese cortado con un libro de Proust o de Joyce parecería un tipo interesante (inteligente incluso) y no dejarías de fijarte en mí, pero no, me corté con un libro de Bukowski y nada puede cambiar el pasado ya. Porque si, he cometido muchos errores que me gustaría reparar y el último ha sido cortarme con un libro de Bukowski a las cinco y diez de la madrugada chillando y tragando tu nombre, en una cama demasiado calurosa.
Sangre sobre el teclado, pero ni tú ni Bukowski podéis curarme.

sábado, 28 de mayo de 2011

Miré a mi alrededor y me asusté de lo que vi. Me asusté muchísimo por las cosas escalofriantemente importantes que están pasando. Estaba tan asustado que la decisión estaba entre esconderme para siempre o destrozarlo todo.
Sencilla elección, ¿no?

lunes, 16 de mayo de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.25: Contraataque Parte 1; Planes de Masacre

La sala de reuniones del Refugio estaba llena de gente con miedo de salir al exterior sentada en el suelo de piedra, con ella sentada justo en frente de Maestro de Sangre, que se encontraba de pie delante de todos dando vueltas como un animal enjaulado. De repente se paró, los recorrió a todos con la mirada y chilló:
-¡Esto es la puta guerra! - Mientras gotitas de sangre salían disparadas de su boca. - ¡Así que vamos a empezar a trabajar!
Ella se sobresaltó al escuchar la palabra guerra. Si, Los Veladores habían quemado su hogar, pero habían hecho cosas peores en el pasado sin que se hubiese llegado nunca a hablar de guerra.
-Llevamos años aguantando la mierda de esta gente, como muchos de vosotros sabréis. Joder, estoy tan cabreado que no me apetece ni sangrar. Vamos a pararlo y vamos a pararlo ya, ¿vale? Tenemos que organizarnos y salir a repartir por ahí. Un poco de investigación e ir a por ellos, ya sabéis. Hay gente aquí que controla más que yo de eso. - Terminó señalando a unas cinco personas parcialmente invisibles.
Ella, Lucía Lagos, se levantó de repente y, notando como su cuerpo se calentaba más y más por momentos dijo:
-No estoy de acuerdo con esto.
-¿Cómo? ¿Por qué? Esto tenía que pasar en algún momento. - Contestó Maestro de Sangre perplejo.
-Bueno... Es demasiado peligroso y, joder, no deberíamos exponernos así, creo...
Algunos de los presentes abuchearon a Luci, pero Maestro de Sangre, que había comenzado a sangrar por la nariz, los calló diciendo:
-Como no dejéis hablar a muslitos os saco de aquí con una bota en el culo a cada uno. - Y después de mirarlos firmemente y comenzar a sorber la sangre que manaba de su nariz miró a Lucía. - Lo siento guapa, pero no tienes razón esta vez.
-¿No ves lo que vas a hacer? - El viciado aire del lugar comenzaba a enfriarse.
-Si, joder, voy a terminar con esto.
-¿Solo porque han quemado mi casa? Joder Maestro, es una puta cueva, solo hay que comprar nuevos muebles y listo.
Maestro de Sangre suspiró e inmediatamente después comenzó a carraspear:
-Controla ese poder o no vamos a seguir hablando y tendré que hacer lo que me de la gana sin escucharte...
-Lo siento pero no puedo. No soy parte de lo que Carlos quiere hacer, no soy parte de lo que tú quieres hacer ahora mismo y... Mierda... - Unas tímidas lágrimas comenzaron a surgir de los bonitos ojos de Luci, que se cubrió el rostro con sus manos y se volvió a sentar bruscamente.
-Claro que eres parte de lo que yo hago. - Dijo Maestro de Sangre con un tono tierno en su pintoresca voz.
-No soy parte de una puta guerra.
-Mira... No sé como explicarte esto, pero has visto demasiado de las acciones de esa gente. Los Veladores llevan jodiéndonos años, esta gente tan chunga y yo vivimos aquí por su culpa. Joder, tú viviste aquí por su culpa hasta que te fuiste a una cueva.
-Bueno... - Alcanzó a decir Luci entre llantos.
Alguien irrumpió en la estancia de repente y parecía estar muy cansado cuando dijo:
-Deberías escuchar al tipo que sangra por esta vez.
Todos los presentes volvieron la vista a un lado para ver entrar por la puerta a un hombre sudoroso, que se apoyaba en el marco de la improvisada puerta, mientras Maestro de Sangre decía sarcásticamente:
-Mira cariño, Carlos está aquí.
-El Silencio para ti. - Contestó él secamente, mientras intentaba recuperar el aliento.
-No veo tu puto disfraz, Carlos.
-Se quemó, hijo de puta. Mira, vengo a darte la razón, ¿vale? - Dijo avanzando hacia él, cosa que nunca le agradaba demasiado.
-¿Qué es esto? ¿Una alineación de planetas o algo así? - Rió Maestro de Sangre.
Mientras Luci los miraba perpleja a ambos, mientras se limpiaba las lágrimas.
-Veréis, - Comenzó Carlos a dirigirse a la gente que estaba allí, haciendo un énfasis especial para indicar que no miraba a Maestro de Sangre y que eso no iba con él aunque obviamente si iba. - acabo de ver como esos putos Veladores se cargan a un montón de gente. En serio, mucha gente, y solo para decirnos que podían hacerlo.
-¿Decirnos? No me jodas que ahora te incluyes entre nosotros, Carlos. - Interrumpió Maestro de Sangre.
-Decirnos a mí y a Invierno Nuclear, no a la escoria que tienes aquí, gilipollas.
-¡Carlos! - Exclamó Lucía.
Él la miró un instante, para dirigirse a la audiencia:
-Calla y escucha. Estaba trabajando vigilando las cámaras y eso y de repente en todas las putas cámaras aparecieron esos tíos y mataron porque si a la gente que pillaron dentro de casa. Todos los imbéciles con los que trabajo lo vieron, joder. Aquello fue una locura, así que salí de allí a buscar a Invierno Nuclear y a avisaros porque no sé vosotros, pero yo voy a hacer algo. - A continuación se dirigió a Maestro de Sangre. - Pon a trabajar a tu gente porque esto es grande y serio.
Maestro de Sangre asintió, volvió a señalar a aquellos cinco y se los llevó a una sala a parte para hablar en privado, mientras Carlos se agachaba para coger a Luci de la mano y, mientras la levantaba, decir:
-Y tú te vienes a coser una capucha a una gabardina que voy a comprar ahora.
-Si eso es verdad es muy grande...
-Claro joder, por eso vamos a contraatacar, porque el capullo de tu amigo tiene razón.



Y ASÍ empieza por fin Contraataque, el macroevento llamado a revolucionar las vidas de El Silencio e Invierno Nuclear y de las gentes que se ocultan en el Refugio. Preparáos para lo peor, porque estas vidas siempre pueden hundirse más en los próximos meses.


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Perdón por la tardanza, hay mucho que planear para que esto funcione y sea tan grande como quiero venderos.

sábado, 14 de mayo de 2011

La miseria moral no cesa

Vivo en un mundo donde todo está podrido, y si no está podrido está pudriéndose. Nado en un mar embravecido pero el barco se ha hundido hace un tiempo y no queda ningún madero al que agarrarse. Toda la tripulación ha muerto, por si te interesa. Evito salir de día porque no me gusta ver tanta mierda con tanta claridad. Por la noche es lo mismo, pero se disimula mejor como sin duda sabrás.

Vivo en un mundo en el que quedan un par de personas de confianza hasta que en algún momento se vayan o dejen de serlo. O ambas cosas, como comprenderás. Obviamente mi sueño de morir ridículamente empuñando un arma después de haber soltado unas cuantas frases ingeniosamente malsonantes en una película de Tarantino se fue hace tiempo. Ahora solo quiero que todos me dejen en paz, y a lo mejor también tú.

En esta situación repugnante solo puedo refugiarme en la literatura y en música de gente que dice estar más triste que yo. Pero no les creo.

Solo es música, solo es este mundo y solo soy yo.
A la mierda todo, voy a ver Pulp Fiction una y otra vez hasta que se me caigan los ojos porque quiero a Honey Bunny más de lo que Tim Roth la querrá nunca.

sábado, 7 de mayo de 2011

Miró hacia arriba y comenzó la lluvia.
Miró a su alrededor y la lluvia seguía.
Quemaba. Quemaba mucho.

miércoles, 27 de abril de 2011

Un viaje

No sé como empezar esta entrada, y lo digo como si no pasase lo mismo con las demás.
Intentaría describir uno de tus abrazos, pero no escribo tan bien. Intentaría describir la profundidad de tu mirada, pero no me llegan los adjetivos. Podría hablar de la espera, de la noche, del frío, de las miradas, pero nada de eso importa.
Porque estuviste ahí.
Así que prefiero no escribir nada para no estropear con literatura barata esos momentos.
Gracias por tus sonrisas.

lunes, 18 de abril de 2011

El Silencio, vol.1: Preludio a Contraataque

Hasta bajar del coche no había podido empezar a reflexionar. ¿Qué iba a pasar ahora? La vio alejarse en el coche hasta que la perdió en la distancia. Solo entonces cruzó la puerta del edificio donde trabajaba. Subió corriendo por las escaleras en vez de coger el ascensor como solía hacer, ya que tenía demasiada adrenalina que gastar en ese momento. Al entrar en las oficinas, cabizbajo, se cruzó con la sempiterna máquina de café donde se reunían algunos compañeros que lo saludaron. Él se limitó a saludar levemente con la cabeza, cogerse un café y dirigirse a su oficina. No estaba de humor para remolonear. Quería acabar y quería acabar ya.

Su trabajo era realmente aburrido. Trabajar vigilando en una empresa de alarmas no es muy emocionante, ya que todo consiste en esperar a que alguien entre a robar a alguna casa, entonces se encenderían unas pantallas y vería el interior de la casa. Se vería el dolor y podría comunicarse con él. Por desgracia para él, pocas veces ocurría, por eso su otro trabajo, como él mismo le hubiera llamado, era más interesante y, sobre todo, excitante. Pero este trabajo extra se encontraba ahora destrozado. Su trabajo extra había ardido literalmente en una cueva. ¿Qué iba a pasar ahora? No dejaba de preguntárselo, mientras extrañaba su traje ahora calcinado. Recordaba como ella había cosido aquella gran capucha a una gabardina vieja y como él mismo había pasado días fundiendo una heredada bandeja de plata hasta formar una máscara con dos agujeros para los ojos. ¿Quién era él? Él era El Silencio. Era un héroe, pero ya no. Ahora solo era Carlos Caccamo, un tipo que no sabía si seguir llamando novia a la mujer con la que había compartido los últimos diez años de su vida. Era un hombre común con un trabajo común como toda esa chusma a la que había que salvar de si misma. Como la gente de la calle, como los imbéciles con los que trabajaba. Era un tipo como otro cualquiera y eso le repugnaba. Carlos estaba destinado a ser una persona importante, y durante el último año lo había sido, según él. Había sido un ídolo, un salvador. Un puto héroe, en serio.

Llevaba un rato sumido en estos pensamientos cuando uno de esos imbéciles con los que trabajaba entró en la oficina con cara amistosa y preguntó:
-Ey Carlos, ¿qué tal? ¿Has conseguido arreglarlo con Lucía?
Él se volvió, desganado, y preguntó:
-¿Por qué? ¿Acaso quiéres follártela?
-Tranquilo, solo me preocupaba por ti.
Carlos estaba a punto de abrir la boca de nuevo cuando de repente sonó una alarma. Y dos. Y tres. Y cuatro...
-Joder, ¿Qué coño pasa? - Exclamó mientras su compañero de trabajo palidecía.
Las pantallas no llegaban para mostrar todas las casas en las que habían saltado las alarmas. Se escuchaba un gran revuelo de fondo, así que ambos supusieron que en las otras oficinas también se había dado una situación similar. En todas las pantallas la misma imagen; alguien que no se molestaba en esconder su rostro encañonando a una o varias personas mientras fijaban su mirada en la cámara que los estaba grabando. La gente encañonada tenía, obviamente, rostros desencajados y de pavor. En otras ocasiones eso habría excitado a Carlos, pero aquello no era normal y lo sabía. Mientras el tipo imbécil que estaba a su lado corría hasta su propia oficina, todos los pistoleros hablaron exactamente a la vez, lo que dio un tono realmente espeluznante a la situación:
-Mirad lo que nos hacéis hacer. - Dijeron todos a la vez e ipso facto descargaron sus cargadores sobre aquella pobre gente.

Carlos no podía creerselo. Tenía que salir de ahí y tenía que salir ya. Le daba igual como pero tenía que llegar hasta ella porque de alguna forma sabía que ellos dos tenían la culpa. Había que cogerlos y había que cogerlos ya. Miró a su alrededor. Allí había una ventana y lo que iba a hacer sería mucho más seguro con su traje. Abrió la ventana y saltó pero, justo cuando estaba a punto de estrellarse contra el asfalto utilizó su misterioso poder en si mismo y salió despedido hacia arriba, para volver a usarlo después y verse despedido hacia delante, y así hasta que aterrizó golpeándose la espalda en la azotea de un edificio. Sabía que los compañeros de trabajo lo echarían en falta y empezarían a pensar cosas extrañas pero le daba igual en ese momento, tenía que llegar hasta ella. Carlos era un héroe y no dejaría que ni ella, ni un montón de locos armados le dijesen lo contrario. Era El Silencio, oculto o a plena vista, él era El Silencio.



¡Contraataque se acerca, y la vida de El Silencio e Invierno Nuclear no volverá a ser igual!

lunes, 11 de abril de 2011

Cada vez menos lógica...

Puedes ver desde muy lejos como destrozas a la gente. Y vamos, te gusta. Es lo que hacemos, ¿no? Miramos para otro lado para poder inventarnos una realidad que no tengo claro todavía si me gusta la mitad que tú.
Y claro, luego cada vez esto tiene menos sentido y sufre de una tremenda falta de lógica que al principio no quise buscarle. A lo mejor es deber tuyo, el tema lógico nunca fue lo mío pero tal vez no lo sabes.
Lo mío son las películas y estos delirios insomnes que no me interesan ni a mí. Como una peli mala y, lo que es peor, aburrida. Así es el tema y por eso nos inventamos lo que nos inventamos.
¿Qué va a pasar ahora? O mejor aún... ¿Cuándo pasó algo?
Pero no sufras que ya lo hago yo por ambos. Algo que se me da bien al contrario que lo otro. Se me da tan bien que le afecta más a los demás que a mí mismo.
¿Y a qué vengo yo? Dirás que esto iba de ti tal y como empieza... Pero no te eches tantas flores que no las necesitas.
Esto siempre trató de mí, porque soy un ilógico, semiciego, insomne que necesita emborracharse pero ya.

Y el tinto de verano de la nevera no vale para eso. Lástima.
Pero me voy a terminar la botella igual.
Y luego a clase, porque a veces hay que hacer esas cosas de modernos.

domingo, 10 de abril de 2011

A Todos

Le dijeron que toda esa ira iba a desaparecer. Le dijeron que podría por fin librarse de todo ese rencor que le quemaba por dentro. Él creyó que por fin dejaría de odiarlos a todos, pues también le dijeron que había buenas personas allá afuera.
Dedicó años a vagar por el mundo buscándolas pero, en su desesperación, no encontró ninguna. Se rindió alguna vez, es cierto, pero siempre volvía a intentarlo. Nada.
Se dio cuenta de que todo lo que le dijeron era mentira y el darse cuenta de su propia credulidad y estupidez terminó por consumirlo al fin hasta que no quedó nada a parte de rabia sazonada con una pizca de hastío.
Entonces descubrió que debía matarlos a todos. ¿A quiénes? A todos.
Que se vayan todos.
Que se vaya todo.

domingo, 3 de abril de 2011

¡Oh amor!

¡Oh amor! ¡Dime si por sufrirte estoy loco y apuesta junto a mí cuantas más retahilas de topicazos como esta puedo soltar!

jueves, 31 de marzo de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.24: Todo Arde

No es que no hablasen en el transcurso del camino hasta la cueva. No, no es eso, simplemente es que hablaron muy poco. Parecían tener miedo el uno del otro y se miraban tímidamente. ¿Iba a ser así de ahí en adelante? Todo era muy incómodo, sobre todo para ella, que sabía que la conversación iba a llegar pero no sabría que decir en ella.
Carlos aparcó el coche tras los árboles de siempre y salieron para dirigirse a la cueva, a pocos metros. Había algo extraño en el ambiente justo casi al llegar…
-¡Humo! – Exclamó Luci.
Entraron apresuradamente solo para ver como todo ardía. Todo el mobiliario de la cueva, el poco y eficiente mobiliario que allí tenían estaba consumiéndose delante de ellos. Carlos estaba boquiabierto, así que fue Lucía Lagos, Invierno Nuclear, la que tuvo que intervenir. Por un instante se sintió dueña de sus poderes al convocar una gélida ventisca que acabó rápidamente con el fuego. Inmediatamente después ya pudo ponerse nerviosa y decir:
-Saben que estamos aquí.
-¿Quiénes?
-Los Veladores. Lo saben.
-¿Por qué iban a ser ellos?
-Joder Carlos, nadie actúa tan rápido. Esa exhibición de poderes y de repente esto arde porque si. Esto no es una casualidad… ¡Hay que llamar al Refugio! – Dijo ella mientras rebuscaba en uno de sus bolsillos y sacaba su móvil.
Mientras, Carlos recorría apesadumbrado la cueva, mirando entre los restos calcinados si había algo que salvar. No había nada.
-Nos vamos al Refugio. Ya. – Ordenó ella cuando hubo terminado de hablar por teléfono.
-El traje está calcinado…
-Dijiste que te ibas a olvidar de tus putos disfraces. Venga, vamos. – Dijo con voz muy dura, mientras iba saliendo.
-Tengo que ir a trabajar…
-Vale, pero luego vente directamente allí.

Ya en el coche, Luci conducía. Tendría que ir por otro camino más largo para dejar a Carlos en el trabajo y, aunque procuraba que no se le notara, estaba aterrorizada por ello. Quería llegar al Refugio cuanto antes y no salir de allí. Aunque normalmente le ponían nerviosa, empezó a pensar que esos turnos variables que él tenía en el trabajo lo hacían más seguro que ella, con su horario fijo de mañana. No podía hacer nada al respecto, ya que tampoco había otros horarios en aquel hospital al menos.
Cuando hubo dejado a Carlos, no sin antes recordarle de nuevo que no hiciese otra cosa que no fuese dirigirse al Refugio nada más salir, ella hizo lo propio, a gran velocidad.

Cuado llegó allí dio un toque al móvil de Maestro de Sangre. La losa tardó en abrirse unos minutos que se le hicieron interminables. Se deslizó rápidamente a aquel lugar hediondo. El olor no le importaba. Nada más poner pie en el subsuelo se encontró con Maestro de Sangre que le dijo:
-Vale, hay que preparar el ataque.




PRÓXIMAMENTE: ¡Contraataque! El macroevento del año. Cruce de El Silencio e Invierno Nuclear con especiales de Maestro de Sangre y con series no regulares que todavía no existen. Ahora esto si se parece un poco más a un comic.



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De nuevo quiero agradecer a la lovelypersonita Itziar Chao (http://tintaenmisvenas-itziar.blogspot.com/) por ayudarme a decidirme a terminar así este vol.24 aunque quede mucho más corto que los anteriores. Es más corto, pero es mejor :)

martes, 29 de marzo de 2011

Localizaciones reales de El Silencio e Invierno Nuclear para aliviar la espera...

En algún lugar de esta montaña está la cueva donde viven El Silencio e Invierno Nuclear (perdón por sacar tan mal la foto, el bus estaba en marcha):


Esta es una de las oficinas de trabajo social del Hospital Clínico de Santiago, donde trabaja Lucía Lagos, Invierno Nuclear:

domingo, 13 de marzo de 2011

Soy un autor de mierda.

Soy un autor de mierda porque no soy bueno aunque lo diga.
Soy un autor de mierda porque no soy bueno aunque lo creas.
Soy un autor de mierda que mejora un poco cuando bebe.
Soy un autor de mierda porque aquí no hay ninguna botella.
Soy un autor de mierda porque todo lo que escribo trata de lo mismo.
Soy un autor de mierda porque todo es autoficción aunque lo disimule.
Soy un autor de mierda porque a veces no quiero disimularlo.
Soy un autor de mierda que últimamente te necesita para escribir.
Soy un autor de mierda porque escribo mejor cuando estoy mal.
Soy un autor de mierda porque en el fondo me gusta.
Soy un autor de mierda porque, como todo, soy mierda.
Soy un autor de mierda que está repleto de miseria moral.
Soy un autor de mierda... Pero tú di lo que quieras.

jueves, 10 de marzo de 2011

Otro cadaver más, escrito junto a Isma y Diego

Si te corres hacia el cielo caes en un limbo interminable,
eres una sucia puta muerta.
Los juglares de Babilonia despiertan la sodomía,
corres hacia el centro y te sientes dividido,
tu dolor me astilla la novela.
Y entonces quedo atrapado en una jaula de jeans
escucha las carminas, préstales un ojo, un camino...
todo es miseria y alcoholismo abséntico,
máquinas semialcóholicas reflexionan sobre la locura
dime algo acerca de tus ojos y quizá empieze a comprender
conéctame a la vida. o no, as you wish
y cuando vaya de putas a lunares quemar
corro tras el reloj y escucho a los políticos
El tiro salió por ambos lados en la ruleta rusa del amor
el vacío de los agujeros y la nada, todo eso me la suda
y el fin de todo aún no ha empezado, cuidado...

Escrito bajos los efectos del alcohol (me costó escribir esto...) por TheWriter, edalphoe y diego.

domingo, 27 de febrero de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.23: ¿En Razón? A Casa.

-¡Te vas a ir a la mierda, hijo de puta! - Aulló Maestro de Sangre al tiempo que las venas de sus muñecas explotaban.
-Por favor, estamos en medio de una plaza, y no te estoy hablando a ti. - Contestó Carlos haciendo acopio de toda la serenidad que pudo reunir.
-¡Pero yo no uso una máscara como tú, cabrón! - Aulló todavía más fuerte, al tiempo que dejaba surgir de sus muñecas heridas dos largos hilos de sangre a modo de látigos.
Al ver eso, Lucía se llenó de miedo. Estaban rodeados de gente así que su amigo no debería estar exhibiendo sus poderes. El pánico que sentía la hizo empezar a experimentar un horrible calor surgiendo desde su interior. Definitivamente las miradas estaban ahí, fijas en ellos tres. Estaba totalmente paralizada.
Carlos miró alrededor y procuró no inmutarse cuando dijo:
-Miralos joder, no vas a hacerme nada y lo sabes.
Se equivocaba. Maestro de Sangre alzó ambos "látigos", pero de repente salieron despedidos en la dirección opuesta deshaciéndose en miles de gotitas en el aire, dejándolo atónito a él y a toda la gente de la plaza que estaba mirando.
Todos se quedaron callados por unos segundos. Lucía sentía que se estaba abrasando por dentro pero estaba tan asustada que no terminó de darse cuenta hasta que sus nuevas gafas se empezaron a empañar. En el aire empezó a arremolinarse una fina ceniza que se iba volviendo más y más espesa por momentos. El clima ya era frío pero los termómetros empezaron a bajar vertiginosamente. Ella era la única que no sentía frío y no había empezado a toser. Le tocaba hablar y, dirigiéndose al Silencio dijo en tono suplicante:
-Sácanos de aquí...
Nada más decirlo varias violentas sacudidas llevaron a que los tres se perdiesen entre los tejados de los edificios cercanos.

Maestro de Sangre tenía ya la barbilla roja y lloraba sangre mientras ellos dos seguían callados. Quería decir algo pero no sabía el que y pensaba que se le había olvidado el como. Fue Luci la que habló una vez más, tras cerrar los ojos, respirar profundamente, quitarse las gafas y esperar a que por lo menos la radiación y la ceniza se fuesen disipando:
-Venga Carlos, deja la pose que no llevas puesto el traje. Estás deseando empezar a hablar sin parar como siempre haces, así que dime que coño vamos a hacer ahora.
Carlos, El Silencio, no quería hablar esta vez pero tuvo que hacerlo:
-No lo sé...
-Bien, pues bájanos y lárgate. Nos arreglaremos.
-Pero...
-¿El Silencio se siente impotente por una vez, Carlos?
-Joder, unas cincuenta personas acaban de ver como este controla su sangre. - Señaló a Maestro de Sangre.
-¿Cómo coño crees que me siento yo, joder? - Por fin habló, escupiendo pequeñas gotitas a la cara de su interlocutor.
-Y nos habrán visto con él. La acabas de joder viniendo a verme. La acabas de joder pero bien. - Dijo ella mirando por el rabillo del ojo como se disipaba la ceniza y sintiendo como el viento iba cesando.
-Te echo de menos, cariño. Y joder, no me comporté bien, ya lo sé.
-No, ya...
Él suspiró, cerró los ojos y se guardó las manos en los bolsillos para que ella no viese como temblaban, mientras decía:
-No digo ahora, hablo del mes pasado en la cueva. No debí haberme ido así y tal. Que coño, debí haberte escuchado desde el principio.
-Ey, no me jodas que le crees... - Dijo Maestro de Sangre a su amiga al ver como cambiaba su expresión.
No estaba segura de nada. En serio, de nada.
-Mira, ahora no llevo disfraz. Lo he pensado y era eso, un disfraz. ¿Volvemos a la cueva y hablamos?
-Bueno...
Carlos dio un paso al frente para, sacando una de sus manos del bolsillo, colocarla sobre uno de los hombros de Lucía. Ella se prometió a si misma no llorar en ese mismo instante. Lo cumplió.
-¿Y tú que harás? - Dijo él dirigiéndose a Maestro de Sangre.
La contestación fue, no ya demasiado malsonante, sino demasiado incoherente para ser transcrita aquí. Carlos le ayudó con su poder a bajar del tejado y le dejó ir a hacer todo aquello.
-¿Nos vamos a casa?
Ella asintió. No se había dado cuenta hasta ese momento de que había tenido las gafas en la mano todo el rato. Él se las cogió aprovechando para acariciarla, las miró y, viendo que el vaho ya no estaba, se las colocó diciendo.
-Te quedan muy bien, en serio.


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Debo agradecer a la sonriente Itziar Chao (http://tintaenmisvenas-itziar.blogspot.com/) la idea de empañar las gafas. Aquí puede parecer una chorrada, pero se me están empezando a ocurrir grandes cosas acerca de este asunto. Porque las gafas molan.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Más miseria moral

Es como explotar. Parece que luego se acabará todo pero no, duele más.
Y cuando ni el alcohol puede salvarte es que tienes un gran problema.

domingo, 20 de febrero de 2011

Relatos de la miseria moral

Vale, hagamos arte...

¡Mierda! Se me fue...

Vale aquí está:


Vagabundea solitario por las esquinas en la noche. Duerme de día, es lo que hay.

Fan del whisky más barato, amante de la absenta más infame, recorre tugurios para pedir a las camareras más amables. [Trozo de mierda borrado]

Así la realidad pasa más lenta, el ruido pasa más lento, la gente pasa más lenta, la vida pasa más lenta. Uno no puede analizar el asco y verguenza que le da algo hasta que no lo analiza con detenimiento. Y el tiempo se detiene, vaya si se detiene.

Escribe en papeles sobre los que vomita en los bares más sucios mientras los ojos de ella y los de la demás gente decente descansan. Se cree un puto Adán literario, como los románticos y los malditos. Ahora todos están muertos, yo, como narrador, solo lo dejo caer. Así de risas.

Odia lo que escribe y escribe lo que odia porque los sentimentalismos chungos son para quien todavía posee un poco de cordura.

Mete el automático a la tinta y la deja correr como un puto río lleno de mierda y así le va. Se recrea en el propio asco y lo luce con semiorgullo. Es ese bufón del que puedes reirte mientras deforma su boca con una extraña mueca difícil de interpretar y cumple acertadamente con el papel que se le ha otorgado.

Porque la sociedad es un teatro, pero un teatro chungo y raro en el que no quiere participar. Por eso se ha aficionado a sentir el calor en su garganta destrozada, por encima de todo ese frío exterior que nos rodea a todos.

Y mientras él destroza muebles en su mente, a las 4:40 ella descansa y tú pierdes cualquier día tu valioso tiempo leyendo esta miseria escrita un diecinueve de febrero de 2011 que no se volverá a repetir, mientras él se ríe, borracho, de ti por tu descuido y el suyo.

Pero sus ojos le devoran, quiera esto decir lo que quiera decir, no es bueno y ya está. Jódete y punto; el insulto final que no cesa.

viernes, 18 de febrero de 2011

Infección

Relato inspirado por un dibujo de la siempre simpática Itziar Chao (http://tintaenmisvenas-itziar.blogspot.com/).
(¡Eres muy muy grande, personita!)






Nadie recordaba ya la época en la que se había edificado el conjunto de edificios conocido popularmente como Black Complex, pero sus altas torres y sus chimeneas que nunca habían expulsado humo alguno seguían intrigando a la población de Low Hill. ¿Qué secretos se ocultaban tras esa miríada de ventanas tintadas de curioso azul? ¿Por qué cada mañana unos cuantos cientos de hombres y mujeres llegaban de fuera del pueblo y se encerraban allí hasta bien entrada la noche, para luego irse como habían llegado?

Shane Wayne había estado estado atosigando durante todo el día con estas y otras cuestiones a su amigo Peter Usher hasta que este lo había mandado a la mierda. "Black Complex está ahí y punto, no pienses más en ello", le había dicho su amigo antes de inventarse una excusa estúpida para largarse cuando, sin querer queriendo, Shane había dirigido su mútuo paseo hasta la plaza central en torno a la que se erigían aquellos mastodónticos edificios.

La plaza no era sino un espacio blanco y rectangular, en el que Shane siempre acababa sus paseos sin saber muy bien la razón. Aquel lugar era tan diferente al resto del pueblo que parecía hechizarle. Un poco más abajo, realmente cerca de Black Complex, no había nada ni nadie que pudiera sorprenderle. Todo era rutina y caras demasiado conocidas como para querer seguir viéndolas. Todo era agónico aburrimiento para Shane en Low Hill. Todo menos Black Complex. Aquellos edificios eran un tangible misterio, forjado en alguna extraña clase de metal y cristal azul y eran, en el fondo, lo único que le ataba a aquel horrible pueblo.
El que parecía ser el edificio principal era el que más intrigaba a Shane. Se hallaba custodiado por los dos edificios más altos y, sin embargo, era el más bajo de todos, con tan solo un par de pisos de altura mientras que los demás parecían tener cientos. Tenía grandes puertas de cristal a las que no importaba cuanto se arrimase Shane... No se veía nada del interior por culpa de aquellos cristales. Tenía también un par de balcones, uno en el segundo piso, acompañado de una gran ventana, y otro en la azotea. Por detrás de ese balcón se podían ver varias de las chimeneas con las que contaban todos los demás edificios.
Estas chimeneas eran la parte más intrigante del conjunto. ¿Por qué estaban allí? Shane se quedaba mirándolas, a menudo durante horas. Nunca salía nada de ellas. O al menos nunca había salido hasta ese día...

Shane contempló, alarmado sin saber el motivo, como un hilillo de humo verde comenzaba a surgir de esas chimeneas. Poco a poco ese hilillo se iba convirtiendo en una humareda verde que, de no ser porque sabía que era imposible, Shane Wayne hubiera jurado que se trataba de una extraña especie de humo gelatinoso.
Antes de que Shane hiciese ningún movimiento, los cristales de las puertas del edificio principal comenzaron a agrietarse hasta que uno de ellos estalló. Shane se sobresaltó al ver surgir de la puerta a varias personas que correteaban enloquecidas, al tiempo que sangraban por ojos, nariz y boca. Algunos de ellos además parecían haberse autolesionado, pero lo más extraño de todo es que de algunos de ellos surgía también aquel extraño humo verde y gelatinoso que no paraba de salir de todas y cada una de las chimeneas de aquel extraño lugar.
Un hombre recién salido del edificio consiguió reunir la suficiente cordura para dirigirse corriendo hacia Shane al tiempo que balbuceaba algo que solo podía entenderse como "saque a los niños, Wayne".
Shane por fin pudo ver el interior de Black Complex cuando entró allí, al tiempo que la gente de dentro luchaba por salir. Allí dentro no había nada a parte de caos, muerte y ese maldito humo verde. Comprendió inmediatamente lo que era, tanto él, como Black Complex, como, por supuesto, el humo verde. Lo comprendió todo, así que no perdió tiempo en reunir a aquellos pobres niños que luchaban para no ahogarse con su propia sangre. Cogió a uno de ellos en brazos y, tras comprobar que los demás todavía podían andar, les indicó que le siguiesen rápidamente al exterior.

Mientras aquel niño moría vomitando sangre y ahogando sus ojos con lágrimas igualmente sangrientas mientras su cuerpo parecía vaciarse de aquel humo, Shane Wayne no pudo hacer más que horrorizarse al mirar al horizonte y ver como aquel horrible y gelatinoso humo verde estaba ya llegando a las afueras de Low Hill...

Y así, tanto sus temores como su deber se vieron confirmados.

lunes, 7 de febrero de 2011

Maestro de Sangre's Extremely Comeback: Amor al Invierno

Escribí esto en la madrugada de ayer, pero por ciertos avatares del destino que incluyen ordenadores de mierda en la facultad lo perdí. Ahora acabo de reescribirlo lo mejor que pude. Sé que la primera versión era mejor, pero no recuerdo por que. Como veo que no puedo recordar nada más de como era lo subo así. Disfrutad. O no.

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Lo pedísteis. Lo pedísteis de vuelta y aquí lo tenéis, colgado desesperadamente de un teléfono, a punto de hacer lo que él considera un suicidio y lo que cualquier persona consideraría normal:
-Mira muslitos, - no me jodáis, vinísteis aquí a verla y va a aparecer si o si – prometo quedarme sin sangrar durante todo el día... Al menos en público. Pero voy a sacarte de casa, ¿vale?
Un rato después, nuestro divertido e interesante protagonista dejaba su Refugio para irse a uno de esos bares con carta de cafés. Tiene una decoración más o menos verde, por si os interesa. Una vez sentado le vino a la mente una terrible a la par que demoledora idea:
-Joder, tiene que venir desde el puto monte...
-¿Perdón? - Camarero Genérico Nº1.
-¿Es este uno de esos bares donde uno puede sentarse para quedarse mirando melancólicamente por la ventana esperando a su cita?
-Aquí no hay ventanas señor... - Contestó el camarero, visiblemente nervioso.
-Oh mierda. Vale pues ponme un agua. - Dijo suspirando nuestro protagonista.

Unas diez aguas después ella apareció en todo su adorable y hermoso esplendor, que no será descrito aquí para no estropear la mitad de la gracia que el personaje pueda tener.
Camarero Genérico Nº2 se apresuró a atenderla, a lo que ella contestó con desgana:
-Un café irlandés por favor. Bueno... Mejor dos.
-Hola muslitos. - Consiguió articular nuestro extravagante protagonista, al tiempo que mostraba una extraña mueca que seguramente era una sonrisa.
-Hola Maestro... - Sonrió ella débilmente.
-Luci tengo que preguntarte algo... - Ella le preguntó de que se trataba – Resulta que he estado mirando al cielo y al clima en general últimamente y... ¿Eres tú?
Estaba preciosa hasta cuando se encogía de hombros y agachaba la cabeza. En serio, era un puto amor tremendamente abrazable.
-Creo que si... - Contestó con la voz entrecortada.
-Joder muslitos, tienes que pararlo, ¿eh?
-No sé como hacerlo... - Poco más podría entrecortarse su voz antes de caer en el abismo del silencio – Tengo que preguntarte otra cosa... ¿Es verdad lo que dicen las noticias acerca de que estás trabajando con Carlos? - Vale, es otro tipo de abismo del Silencio, ¿qué pasa?
Nuestro intrépido protagonista, lleno de recursos y habilidades comunicativas sin par se pensó durante unos segundos la respuesta. Reflexionó acerca de hacer explotar las venas de sus muñecas para mostrar su disconformidad con la pregunta, pero al final respondió elocuentemente:
-Si y no.
Ella pidió explicaciones acerca de tan clarificadora respuesta, a lo que él respondió:
-Intento parar a ese cabrón, así que lo sigo. Lo que pasa es que a veces se mete en problemas y claro, no voy a quedarme parado a ver las palizas, ¿no?
-¿El Silencio se mete en problemas? - Se sorprendió Lucía.
-¿El Silencio? ¡Solo es un puto niñato con la autoestima en el culo en el cuerpo de un hombre, joder! - Chilló más allá de lo aconsejable él.
Ella se tragó como pudo las ganas de discutir, así que la conversación pudo transcurrir de una manera menos tensa a partir de ahí, que miró fugazmente su reloj y entonces él dijo:
-Ahora es cuando me abandonas...
-No, - Sonrió ella, débilmente – es que... ¿Te conté que voy a usar gafas a partir de ahora? Pues puedo ir a recogerlas hoy ya, y pensé en ir hoy antes de que cierre en un rato.
-¿Te acompaño?
-Pues claro. - Volvió a sonreir.
Se levantaron y pagaron cada uno lo suyo antes de salir del bar. Si os preguntáis como coño hace Maestro de Sangre para pagar lo suyo, es porque es el heredero de la fortuna multimillonaria de un médico muerto, por ejemplo.

Mientras recorrían el pequeño trecho que hay desde el bar hasta la óptica, teniendo en cuenta que la Plaza Roja siga ahí a la hora de leer esto, Lucí dijo:
-Oye Maestro, gracias por sacarme de casa.
-No iba a dejar que te quedases tirada en cama congelando e irradiando la ciudad, ¿verdad? Además no puedo resistirme a los escotes que usas, niña. - Respondió con una risita de lo más disonante.
Ella sonrió y dijo con una voz más dulce de la que habitualmente usaba:
-Eres un buen amigo.
-Es una pena, chica.

Rápidamente llegaron a la óptica, donde la dependienta se sorprendió al ver a Luci con otro hombre diferente. No hizo ningún gesto ni nada, pero se notó en el tono que utilizó para decir:
-Aquí tiene sus gafas, gracias.
Eran unas gafas de esas que no tienen montura por abajo con las que hay que tener más cuidado pero también molan más. Luci se las probó ante un espejo mientras una oleada de desolación le sobrevino al pensar que iba a tener que llevarlas durante el resto de su vida.
Al verla con las gafas puestas, Maestro de Sangre se apresuró a expresar de la forma más obscena posible su opinión acerca de como le quedaban. Esto escandalizó todavía más a la dependienta, pero no a Luci, que estaba acostumbrada ya a este tipo de trato por parte de su amigo, instructor y protector, así que se limitó a decir:
-Gracias...
-Nada puede quedarte mal, muslitos. - Se cortó un poco esta vez ya que había visto a través del rabillo de su expresivo ojo la mueca de disgusto de la dependienta aburrida que había allí.
Ella agradeció el cumplido como pudo. Luego pagó y ambos se dirigieron a la puerta. Ya no se quitó las gafas, pues era mejor que se acostumbrase cuanto antes a su nueva cara. Porque en serio, esas cosas cambian la cara, aunque no siempre para mal y viceversa.

Al salir contemplaron a los jóvenes que se empezaban a reunir allí para preparar los múltiples botellones a los que, para desgracia de Luci, no estaban invitados. Se quedaron un rato paseando por el lugar viendo a toda esa chavalada que seguramente se lo pasaría mejor que ellos esa noche, cuando de repente se escuchó una voz bastante familiar detrás de ellos:
-Te quedan bien.
Ella se giró lentamente a preguntar, aunque sabía perfectamente quien era:
-¿Carlos?
Allí estaba él, asintiendo, en una típica y aburrida ropa de calle, mientras a nuestro ahora furioso protagonista comenzaban a llenársele los ojos y la boca de sangre.
-¿Qué haces aquí? - Preguntó ella, sin saber muy bien si debería haberlo hecho.
-Recordé que hoy tenías que recoger las gafas, así que vine a verte. - Dijo él, con una serenidad que acojonaba.
-Bueno... Eso es que llevas dando vueltas por aquí todo el día, ¿no?
-¿A dónde voy a ir, cariño?
Fue entonces cuando Maestro de Sangre, preso de ira, se giró bruscamente, con la boca y los ojos chorreando y la cosa se puso muy seria así que la narración debe parar aquí porque en teoría esto es una cosa de coña.
Pero solo en teoría.
O no.

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Al final utilicé los dos títulos, soy un genio ;)

martes, 1 de febrero de 2011

I'm in love with Jennifer Hills (Crítica de I Spit On Your Grave [2010])

Por primera vez, y sin que sirva de precedente, aquí está la crítica de una película. Se trata de I Spit On Your Grave, remake de 2010 de la película homónima de 1978.
¿Por qué una crítica en un blog que no va de esto? Porque estaba haciéndola para filmaffinity pero me quedó demasiado larga. No quiero recortarla porque quiero mostrar todo mi amor a Jennifer Hills, la protagonista de la historia, así que pensé en dejárosla por aquí. De todas formas si os apetece ver más críticas y puntuaciones mías en filmaffinity mi usuario se llama TheWriter, como no podía ser de otra forma.
Sin más preámbulos os dejo con la crítica/declaración de amor:

I Spit on Your Grave es un remake de la peli setentera del mismo título, también llamada Day of the Woman y conocida aquí como La Violencia del Sexo. La original me parece muy interesante porque, a pesar de que fue parte de un género (rape & revenge) creo recordar que es la única que vi en este plan, así que me impactó bastante, así que por eso tenía miedo de ver este remake. Porque los remakes apestan, ya que nos ofrecen una versión descafeinada y desvirtuada (pero muy muy descafeinada a veces) de una cinta que normalmente es buena en su versión primigenia. En una historia como esta, donde la violencia, sexual para más inri, es el eje de toda su mínima trama, pensaba sinceramente que la iban a joder pero bien. Que equivocado estaba... Los remakes apestan pero este no.
Y no solo no apesta, sino que supera a la original, para mi sorpresa. Vale, la original es la original y siempre debería tener más valor ya solo por ello, pero no hay que restar méritos a esta nueva Jennifer Hills. Una Jennifer más guapa tal vez, pero con las mismas ganas o más de vengarse de sus violadores.
La cinta está rodada con técnicas de cine de terror, slasher concretamente, y eso le da una atmósfera y un tono bastante interesante a una historia que yo no calificaría como tal. Esta es una historia de venganza... Y menuda venganza...

El caso es que Jennifer Hills es una joven escritora que se retira a una cabaña en medio del monte (MEEEC!!! error en cualquier peli. Nunca os vayáis a una de estas cabañas ni solos ni acompañados) buscando soledad y tranquilidad para escribir su nueva novela. Allí se ve asaltada por unos tipos que casi podríamos clasificar como rednecks, entre los que está el sheriff del lugar, que la vejan y la violan para luego darla por muerta/desaparecida. Ante esto, ella vuelve un mes más tarde para vengarse, con toda su justa razón, y se dedica a cazar y a vejar a cada uno de los tipos. Vejaciones que tienen que ver con lo que cada uno le hizo a ella pero tal vez más salvajes. De todas formas no dejo de aplaudir cada acción de la chica. ¡Esos cabrones se lo merecen!
Tal vez la escena de las vejaciones a Jennifer y sus repetidas violaciones está algo rebajada con respecto a la original, pero aún así las creíbles interpretaciones de todos, en especial de Sarah Butler (que interpreta a mi nuevo amor platónico) nos hacen sentir el dolor y la humillación que hacen sufrir a la chica. De todas formas lo bueno viene más tarde. Un mes más tarde en tiempo de la historia, cuando ella vuelve full & reloaded. No sabría si llamarla perturbada... Bah, que va, como dije se merecen todas esas torturas que sufren antes de morir y que, menos mal, no están para nada rebajadas.

Consideraciones finales:
No nos engañemos, aunque me haya encantado la película, no se la recomendaría a cualquiera. Es una película muy violenta, y no hablo de sangre, que la hay, pero sin llegar al gore. Esta es una violencia cruda, realista y más psicológica que física aunque de eso obviamente tiene mucho. La recomendaría a quien le haya gustado la original, creo que disfrutará más de esta, o a quien quiera ver algo fuerte psicológicamente, ya que vernos al principio como vouyeurs de las vejaciones a Jennifer, casi partícipes y cómplices de los actos de estos depravados y luego ya si completamente partícipes, voyeurs también, y sobre todo muy de acuerdo con los violentos actos de la chica no es para cualquier estómago y mucho menos para cualquier moral.

Lo mejor: Remake que supera a la original, actuaciones creíbles en todo momento, mucho malestar psicológico en ambas direcciones, ambiente de peli de terror que le da algo especial a una historia de venganza.

Lo peor: Los cuervos cantan mucho... Aunque la idea de la escena y toda la escena en si es genial... Cantan muchísimo.


SPOILER:
Las torturas a las que Jennifer Hills somete a los tipos estos son realmente crueles, sobre todo la del gordo al que unos cuervos acaban comiendo los ojos (como manda el refrán) y el sheriff al que una escopeta le viola el culo, literalmente. Sin embargo uno no puede dejar de alegrarse por el aciago destino que les espera. En serio, con lo de la escopeta hasta aplaudí un poquito.


P.D: El tipo que escribe http://siempretealejasenlastardes.blogspot.com/ me dice que puedo seguir en filmaffinity en la zona de spoilers, así que lo haré pero lo posteo aquí igual. Perdonad la molestia.

sábado, 15 de enero de 2011

De mayor quiero ser como Larry Talbot

Sin responsabilidades ni presiones. Ni ganas de tenerlas.
De mayor quiero actuar salvajemente sin posible explicación. Quiero actuar libremente y sin ataduras. Como un niño pero más consciente de ello. O menos, según se mire.
De mayor quiero comulgar con mi propia naturaleza mientras se da el tópico de "las mujeres lo aman y los hombres quieren ser como él".
Quiero comerme lo que quiera y cuando quiera. En todos los sentidos.
De mayor quiero ser como Larry Talbot.

martes, 4 de enero de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.22

-¡Quiero saber donde coño está! - Gritó.
-¿Pero qué más le da? Se habrá cansado de jugar a los disfraces o algo, yo que sé.
-¿Y por qué iba a cansarse?
-¿Y por qué no?
-Váyase a la mierda. - Dijo con un tono tranquilo comparable al de toda la discusión anterior, indicándole que saliese de su despacho.
Una vez aquel hombre hubo salido, el jefe de policía se acercó al radiador de la calefacción y lo encendió al máximo. Tenía frío y quería que aquel hombre también lo tuviese. Es más, quería que pensase que él no tenía frío en absoluto, que era un hombre duro y esas cosas. En el fondo sabía que estaba tiritando, al igual que toda la ciudad. Se acercó a la ventana y contempló melancólicamente la espesa niebla, que parecía volverse más y más oscura con el paso de las semanas. ¿Cómo había llegado a esa situación? Es decir, se veía incapaz de encontrarlos y, en su desesperación, había contratado a un detective privado que parecía tomarlo por gilipollas o algo así. Sin embargo aquel hombre indignado que acababa de salir de su despacho podía tener razon. ¿Y si Invierno Nuclear ya no quería luchar contra el crimen, o lo que fuese que había venido haciendo todos estos meses? ¿Por esa razón El Silencio había, tal vez, redoblado sus esfuerzos y había sido visto al parecer acompañado por dos pintorescos personajes?

En otra parte de la ciudad, un meteorólogo caminaba mirando al cielo con aire pensativo, mientras hablaba con su jefa por el móvil:
-En serio, le digo que esto no es normal. Hace demasiado frío aquí, incluso en esta época del año.
-Yo no lo veo tan exagerado, – contestaba ella al otro lado de la línea – tal vez haya una borrasca o algo. Habla usted como si estuviésemos en el polo o algo así.
-Eso es lo extraño, en el satélite no se ve ninguna borrasca ahora mismo. No digo que debiese hacer calor ni nada, pero al menos debería haber un poco más de luz solar que estabilizaría la temperatura.
-¿Sabe? Esto puede ser una noticia, avisaré a unos cuantos reporteros, usted haga lo suyo, dé el tiempo y eso.
-Creo que ya no sé que decir, pero... ¡Joder!
-¿Qué pasa? - Preguntó, alarmada, mientras escuchaba un gran estruendo al otro lado del teléfono acompañado de una respiración muy agitada.
Tras unos segundos el meteorólogo contestó, audiblemente nervioso:
-No sé que está pasando, pero acabo de ver dos coches saliendo despedidos por encima mía, uno casi me da.
-¿Cómo?
-Tengo que colgar.
-¡Espere! - Pero él ya había colgado.
De repente unas cinco personas pasaron corriendo junto a él, empujándolo. Algunos de ellos llevaban pistolas y disparaban hacia atrás. Antes de que pudiese analizar la situación se vio saliendo despedido, junto con los otros cinco, hacia una pared. Todos se golpearon. Él sangraba por el brazo y la mano que había intentado parar el impacto, mientras se encontraba con la cara pegada a una acera. Nadie ni nada parecía moverse. Se giró lentamente hacia arriba y vio junto a él a una figura toda vestida de negro y con algo brillante que parecía surgir de su cara encapuchada. Nunca lo había visto tan de cerca y junto con la relativa oscuridad del ambiente la imágen le pareció casi lírica. No tuvo tiempo de recrearse, ya que salió ligeramente despedido hacia un lado, mientras los otros que habían ido a parar con él alli chocaban repentinamente unos contra otros, y sus armas parecían luchar por entrar en sus estómagos de alguna dolorosa manera, cosa que finalmente no ocurrió. Al verse zarandeado así no se lo pensó. Se levantó rápidamente y echó a correr.

No mucho después alguien llamaba insistentemente al despacho del jefe de policía y, sin esperar respuesta, abrió la puerta exclamando:
-¡Jefe, tiene que ver esto!
Él suspiró. Odiaba que entrasen sin llamar, y por alguna extraña razón todos lo hacían. Se levantó pesadamente y caminó hacia la puerta, preguntando:
-¿Qué tengo que ver?
-Están fuera, venga. - Dijo el entusiasta agente, guiándolo hacia la puerta de la comisaría, donde parecía haberse juntado todo el mundo.
-¿Qué coño pasa?
Inmediatamente lo vio. Eran cinco hombres de mediana edad atados, magullados y semiinconscientes, cada uno por separado.
-Han aparecido aquí, señor. - Dijo el agente entusiasta mientras varios de los que allí se encontraban asentían. - Y alguien ha dejado este sobre junto a ellos, no lo hemos abierto.
El jefe de policía arrebató el sobre de la mano del agente y lo abrió nerviosamente, rasgándolo y rompiéndolo en el proceso. Se encontró con un folio doblado. Pensó que no podía ser cierto, que eso solo pasaba en los comics. Desdobló el folio. Lo miró por un lado y por el otro. No podía dar crédito... ¡Estaba en blanco! La vida no es un comic.