martes, 23 de agosto de 2011

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.27: Contraataque Parte 5

Perdonad la tardanza y lo corto que es, pero es importante para lo que va a venir.

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Las autoridades habían tardado en responder, como siempre, pero por fin lo habían hecho. Evacuación inmediata, chillaba la policía mediante altavoces en sus coches patrulla. Por alguna extraña razón la ciudad y sus cercanías estaban viviendo lo que solo podía calificarse de un invierno nuclear. En agosto, la nieve cubría la carretera y se veía transportada por un feroz viento cortante, pero eso no era lo malo. Ni siquiera la capa de cenizas en la atmósfera que tapaba parcialmente el Sol era lo más malo, no. Lo peor era sin duda la radiación que destrozaba sin piedad las células de la gente. Nadie tenía claro nada. Había que evacuar pero en ningún sitio querían acoger a toda esa gente contaminada, así que el plan del alcalde era llevar hacia las montañas a toda la ciudad. No iba a servir de nada y lo sabía, pero así parecería que estaba haciendo algo. Lo fácil hubiera sido salir a esconderse a bordo de cualquier avión, pensaba, pero no podía hacer eso de cara a su imagen pública.

Desde luego que se barajó la hipótesis terrorista en tal evento, pero por los callejones , entre saqueos, se hablaba de otro tipo de culpables. Unos culpables que habían aparecido con promesas de salvación. Una pareja. Un hombre y una mujer que mostraban unas habilidades prodigiosas, por encima de los mortales. Un par de máscaras a quien nadie había visto completamente la cara. Ahora la ciudad sabía por que. Harían el daño y luego podrían escabullirse entre la gente que evacuaba el lugar. Podrían ser casi cualquiera, lo cual llevaba a sospechas y peleas, unas más trágicas que otras, incluso entre gente que se conocía desde hacía mucho tiempo. Estaban envueltos por la enfermedad y la fría oscuridad, ¿quién podría culparlos? Toda su vida se estaba viendo destrozada y, sobre todo, menguada. Había incluso gente acaudalada que ya había empezado a ofrecer suculentas recompensas por las cabezas de los que habían causado esto, aunque la policía había intentado por todos los medios que tales premios ni se planteasen. Daba igual, todo había cambiado. De un minuto para otro el mundo se había convertido en un lugar mucho más hostil que de costumbre. Ya nadie podía fiarse de nadie, solo podían tratar de escapar. Realmente nadie trataría de encontrar a estos dos seres maravillosos; algunos solo rezarían para que no fuesen sus vecinos ni su familia. Para no tenerlos cerca.

No es que la noticia recorriese todo el país, es que recorría casi todo el mundo. Ahora el planeta conocía los seudónimos. Tal vez habría auténticos ejércitos reuniéndose para cazar a esos seudónimos. Para cazar a El Silencio e Invierno Nuclear, ahora mismo las palabras más odiadas del mundo por casi todos. Pocos podían imaginar el triste destino del primero, casi muerto en una azotea cualquiera en la que nadie se había molestado en buscar. ¿En cuanto a ella? Un par de videoaficionados habían captado como salía corriendo, pero nadie se molestó en seguirla. La temían. No querían cruzarse con ella. La odiaban. La odiaban por destrozar su ciudad y su vida. Algunos odiaban y envidiaban al mismo tiempo sus poderes. Pocos trataban de entender que pasaría por su cabeza en esos mismos instantes. No era tiempo para la empatía. Era tiempo para el odio y para correr y ponerse a salvo, si es que era posible.

Decenas de autobuses entraban y salían de la ciudad llevándose a gente que podría estar desarrollando cáncer terminal en ese momento. La muerte se respiraba en el viento helado. La muerte cantaba al son de los contadores geiger. La muerte oscurecía la luz. La ciudad parecía presa de una muerte blanca. Tal vez estaba muerta pero, ¿dónde estaban exactamente los responsables? Y la pregunta importante, ¿quiénes eran los responsables? ¿Los Veladores? ¿La mujer que quiere llamarse Lucía Lagos? ¿El Silencio por haberla arrastrado a esa vida que ella no quería? Obviamente los medios de comunicación no podían hacerse esta pregunta. Ellos no saben nada, ni de lo que está pasando ni de lo que está por venir.

Porque el Contraataque podría acabar aquí. El Silencio podría acabar aquí. Lucía Lagos, Invierno Nuclear, podría acabar aquí. Maestro de Sangre y su Refugio podrían sucumbir aquí, destrozando así su sueño y el de muchas otras personas especiales o directamente extrañas.

Los Veladores aguardan, los ejércitos se alzan y los autoproclamados héroes todavía tienen una batalla que librar... si pueden.

sábado, 13 de agosto de 2011

Lo siento

Estoy borracho hasta la autolesión.
Alcohólico hasta el límite del autoperdón.
Melancólico a punto de volver a ti...
...a llamarte pero no.
No te lo mereces y yo tampoco.

jueves, 11 de agosto de 2011

Carita de Ángel: Avanzando.

Caminas tambaleándote, viendo las paredes borrosas. No ves las manchas de vómitos a medio secar en tu larga melena negra, que te atraviesa aleatoriamente tu bonita cara de ángel. Vas con medias rotas, apoyándote en los edificios, arrastrando los pies, avanzando. Calculas mal (el alcohol es lo que tiene) y caes al suelo. Si, claro que hay gente pero no esperes que nadie vaya a ayudarte. Repta como un animal y levántate cuando encuentres alguna farola a la que agarrarte. Una bombilla que no brilla ni la mitad que tú. Vuelves a avanzar, con tus ropitas negras llenas de tierra, restos de basura y alcohol. Hay cristales, pero sigues avanzando.