No Quieres Esto

Me escondo entre las sombras de atronadora música.
Me escapo por tubos cuando hay dinero.
Cabeceo babeante.
Entorno los ojos, o eso creo yo.
Trastabilleo menos de lo que crees. Costumbre.
No quieres esto.
Miseria moral.

Salgamos

Salgamos a romperlo todo aunque todo ya esté roto. Salgamos a destrozar cosas destrozadas. Miremos con desprecio a los demás mientras nos comemos el mundo. Rompamos las pocas barreras que puedan seguir en pie. Que nos malinterpreten, así es más divertido. Destrocemos cosas rotas y rompamos cosas destrozadas. Salgamos ¿Por qué no? Total para lo que nos queda...es mejor barrer las cenizas de ahí fuera.

Sudores Fríos

Fríos sudores en mi espalda fría. Mi expresión se retuerce. Mis músculos se tensan. Gesto extraño. Sonrío. Es raro. Si.

El Silencio e Invierno Nuclear, vol.29: Contraataque Parte 8; Solo Hay Muerte

He perdido definitivamente la inspiración. ¿Recuperará esto el ritmo algún día? No os lo había contado pero el plan era que Contraataque terminase en octubre...

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Notaron un fuerte hedor a humedad y polvo cuando accedieron al oscuro pasillo que había permanecido tantos años inhabitado.
-¿Qué esperas encontrar aquí? - Preguntó Maestro de Sangre a Luci.
-Algo que me ayude a parar esto... papeles de adopción... lo que sea.
Entraron el el cuarto que se encontraba justo delante de la puerta principal, donde habían dormido tantas noches los padres de ella. Se dispusieron a abrir e inspeccionar cualquier cajón de cualquier mueble que hubiese en la estancia.

Cuando estaban a punto de terminar sin encontrar nada relevante escucharon un ruido que pocedía de la habitación de al lado. Dejaron instintivamente los pocos papeles que allí había y miraron hacia la puerta. No tardaron en ver aparecer desde su izquierda a un hombre con una curiosa pajarita, con cara de haberse despertado. Era un Velador. Carlos, El Silencio, utilizó su poder sobre él.
-¿Todavía no te has dado cuenta de que eso ya no sirve contra nosotros? - Preguntó, mientras bostezaba, el hombre de la curiosa pajarita.
Carlos no habló. Mantenía el personaje. No llevaba su disfraz pero mantenía el personaje. Luci pensó por un instante, ahora si, que estaba completamente loco.
-¿Nos has estado siguiendo? - Preguntó Maestro de Sangre, mientras comenzaba a sangrar abundantemente por la boca.
-De hecho no, solo me acosté y esperé. Sabía que Invierno Nuclear se pasaría por aquí en algún momento.
-¿Qué? - Se asustó ella.
-Te conocemos, Lucía Lagos. Sabemos que has vivido aquí durante veinte años, has pasado cinco en el Refugio del gilipollas que sangra y otros cinco en esa cueva que quemamos recientemente. ¡Ah! Se me olvidó mencionar... también quemamos ese Refugio en vuestra ausencia.
-Eso no es cierto... - Susurró Maestro de Sangre.
La temperatura del cuarto empezó a bajar más y más. Si antes todos menos Lucía tenían frío, ahora estaban empezando a helarse.
-No le creas Luci, eso no puede ser cierto. - Dijo Maestro de Sangre.
-¿Por qué, joder? - Chilló Lucía Lagos, Invierno Nuclear, contemplando como aquel hombre de curiosa pajarita comenzaba a toser.
-¡Porque las cosas deben ser como antes! - Contestó entre carraspeos el Velador.
De repente Maestro de Sangre abrió la boca y de su garganta, además de un grito sordo, comenzó a salir un enorme chorro de sangre dirigido hacia el Velador. Mientras, el hombre de curiosa pajarita había sacado su pistola del bolsillo y, a la vez que era impulsado hacia el pasillo por el chorro de sangre, comenzó a vaciar el cargador sobre la cara de Maestro de Sangre, que terminó por desplomarse.

Por un instante nadie hizo nada ni dijo nada. Maestro de Sangre yacía en el suelo. El Silencio e Invierno Nuclear esperaban que se levantase, pero no lo hizo. Ante la desencajada cara de sorpresa y horror de estos, el hombre explicó:
-¿Qué? ¿Creíais que no estábamos preparados para esto? Mierda, me ha pringado el traje.
-¡Muere hijo de puta! - Exclamó Carlos, mientras intentaba de nuevo, esta vez con toda su voluntad, conseguir con su poder que el Velador atravesase la puerta del fondo.
-Inténtalo cuanto quieras, estamos preparados para ti.
-¡Pero no para mí! - Lloró Luci, mientras veía como el Velador caía consumido por la radiación entre convulsiones y unos ataques horribles de tos.

No se aseguraron de que estaba muerto. Se abalanzaron sobre el cuerpo de Maestro de Sangre, que estaba muerto. De alguna forma habían conseguido matarlo. Lucía Lagos, Invierno Nuclear, ardía por dentro. Tenía más calor que nunca mientras abrazaba el cuerpo inerte de su antiguo amigo y susurraba entre amargos llantos:
-Están todos muertos... están todos muertos joder...
-No están todos muertos. - Dijo Carlos secamente, todavía asombrado por la muerte de Maestro de Sangre.
-¿Tú qué coño sabes? No sabes ni escribir bien tu apellido...
-Los Veladores no imaginarían que ese Refugio vuestro está en el mismo sitio en el que estaba ese que destruyeron hace años y sería el último sitio en el que mirarían.
-¿Qué...? - Luci intentaba soportar su dolor. No podía.
-Maestro lo sabía, por eso construyó el sitio de nuevo ahí.
-¡Entonces tenemos que ir ahí y comprobar que todos están bien! Mierda... tenemos que llevarles su cuerpo y que hagan algo con él... - Estalló en lágrimas contemplando a su antiguo amigo.
-Luci... - Susurró Carlos acariciando la cara de ella. - Lo que tenemos que averiguar es por que ese hijo de puta de ahí no estaba preparado para resistirte. Resistió su sangre y me resistió a mí, como los otros. Tú le mataste.
-Solo hay muerte... - Susurró Invierno Nuclear mirando a su alrededor.

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¿Qué? Os dije que este evento, este Contraataque, iba a cambiar la vida de El Silencio e Invierno Nuclear; además en estos eventos superheroicos siempre hay alguna muerte. Aunque también os dije que esto se publicaba una vez al mes... Acabo de disfrutar mucho escribiéndolo así que espero recuperar el ritmo. Que coño, necesito recuperar el ritmo. Amo a estos personajes. Si todavía hay alguien por ahí que se acuerda de Luci y Carlos espero que este capítulo le haya entretenido tanto como a mí escribirlo.

Keep Out

Puede que te de miedo dejarte algo atrás y mirar tras de ti para ver solo ruinas.
Puede que te creas de los buenos y no aprecies la oscuridad que hay en ti. En todos.
Puede que lleves una vida sana y medianamente despreocupada. Feliz.
Puede que no cargues con sus miradas de desaprobación y desconfianza.
Puede que no sufras ese miedo atávico al ostracismo y a la soledad.
Puede que no sientas la desesperación.
Puede que no sientas la miseria moral.
Puede que no sientas el frío.
Puede que no sientas el fuego.
Puede que no sientas el odio.

¿Qué coño pintas aquí?