martes, 26 de enero de 2010

Era una ciudad que no se había recuperado todavía de la Gran Depresión. Una de esas ciudades de oscuros callejones, con alcantarillas humeantes y lluvia en los momentos tristes. Una ciudad en la que tan solo queda la cara oscura de lo que un día fue. Su banda sonora consistiría en un melancólico solo de saxo y en el chapoteo de los zapatos de sus huraños habitantes, que seguramente se verían en tonos de gris, como el buen cine.

Nuestro protagonista se encuentra en un momento triste, así que se resguarda de la lluvia con una gabardina negra y un sombrero del mismo color. Después de haber estado toda la noche pensando en ella y bebiendo para tratar de evitarlo, vuelve a casa. Vuelve por uno de esos callejones donde vuelan los periódicos de hace un par de semanas. Sabe que alguien podría dispararle en ese callejón y nadie lo escucharía debido al ruido de la indiferencia. De repente se da cuenta: Hay en esta ciudad cosas casi tan peligrosas como un corazón roto.

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