Llegó
de la profunda oscuridad
del
éter cayó la roca de fuego,
grandes
olas causan desasosiego,
el
mundo muere ciudad a ciudad.
Solo
tú avisaste a la humanidad,
no
hizo caso y lo tomó como un juego,
se
ve que solo yo no estuve ciego
y
contemplamos con curiosidad
a
ahogados por el aire ceniciento,
tierra
temblando bajo nuestros pies:
para
el final cogimos buen asiento.
Arde
todo, brindamos con cafés,
disfrutamos
el entretenimiento
¡y
acabo un soneto como ya ves!
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