viernes, 3 de julio de 2009

El Silencio e Invierno Nuclear, vol. 9, Sangre; Parte 4: Conclusión

Sal. Aquel olor era un fortísimo olor a sal. El hombre que se les acercaba era larguirucho y parecía llevar la cabeza afeitada. Una gran herida abierta en su frente le chorreaba por el rostro, deslizándose hacia sus ropas, por su color no parecía la primera vez que ocurría esto. Aquel extraño elevó la vista y se la quedó mirando. Y volvió a reír estridentemente. Ellos dieron un paso adelante, al tiempo que el extraño exclamaba:
-¡Lucía! ¡Dame un abrazo, colega!
Ella esbozó una media sonrisa al tiempo que decía, socarrona:
-Joder, no creas que voy a tocarte, das asco.
De repente la herida de aquel hombre dejó de sangrar. Seguía tan abierta como antes, pero había dejado de sangrar repentinamente, además la sangre que chorreaba por su cara comenzó misteriosamente a retroceder hacia la herida, parecía brotar… pero al revés; una vez sobre la herida se metía dentro. Unos instantes después, cuando este proceso terminó, el hombre exclamó:
-¡Ven aquí!
Lucía y ese fenómeno se abrazaron y cuando se separaron ella le dijo:
-Estoy en misión… ya sabes.
-¡Ah! Si, si. ¿Aún sigues siendo Invierno Nuclear? Noto tu uniforme algo cambiado.
Ella contestó:
-Bueno… ahora huele un poco peor. – Sonrió – La verdad es que mi disfraz se compone ahora tan solo de la peluca y la máscara.
-Ya veo… ¡Pero esos muslos blancos como la nieve tuyos siguen medio al aire! – Dijo mientras la recorría de arriba abajo.
El hombre de la gabardina, que había venido con ella dio un par de pasos hasta ponerse en frente de aquel tipo y susurró, en tono amenazante:
-No te pases.
Ella los miró a ambos, y dirigiéndose a su reencontrado colega preguntó:
-¿Te acuerdas de…?
-¡Ah si! – Interrumpió, tendiéndole la mano, que él estrechó.
El extravagante personaje los invitó a pasar al lugar de donde había salido. Era la versión bizarra de un cuarto. Tenía una cama, una pequeña nevera, un ventilador y sangre por las paredes. Los invitó a sentarse en la cama, pero prefirieron quedarse de pie, así que fue él el que se echó.
-Bueno… ¿Y qué haces por aquí?
-Verás Luci… ¡Invierno Nuclear! ¿Recuerdas el refugio? – Ella asintió – Pues al final nos encontraron. Todos tuvimos que irnos, y yo vine a parar aquí. Últimamente estaba tratando de dar caza a un ser que se alimenta de sangre. ¡Sangre! El muy cabrón quería quitarme el negocio de mala manera o algo, ¿sabes?
-Pues ya lo hemos cazado nosotros. – Dijo aquel hombre, callado por lo general.
-¿Si? ¡Me alegro! Aunque supongo que era cuestión de tiempo, después de evacuar el pueblo ese bicho tenía que perder el control en algún momento.
Ahora entendieron por que no habían visto a nadie en el lugar, a parte del camarero.
-Hay un camarero…
-¡Ah, si! Un hombre de mi confianza, esta ahí para tenderle una trampa. Un plan complicado, ya sabéis.
Invierno Nuclear se rió y dijo:
¿Sabes que suenas como un mafioso con lo del “hombre de tu confianza”?
Se rieron. El no; sino que preguntó:
-¿Sigues haciéndote llamar Plasma?
-¡Que va! Dios, ese nombre era jodidamente horrible. – Se levantó de la cama, y continuó hablando, con gran ceremonia – Agarraos, tenéis ante vosotros a… ¡Maestro de Sangre!
Invierno Nuclea se echó a reír como una loca.
-No me digas que no impone…
Después comenzó una animada charla entre los tres, hablando un poco de todo, pero antes de eso Maestro de Sangre le devolvió la pregunta:
-¿Ya has escogido un nombre o sigues en blanco?
-La prensa me llama El Silencio.
-¡Ja! Creo que puedo imaginarme la razón.
-Supongo que ese es ya mi nombre.
-Oye, – Intervino ella, al tiempo que se quitaba la peluca - ¿sabes algo del resto de la gente del refugio?
-Pues…
-¿Qué refugio? – Preguntó El Silencio, intrigado.
Invierno Nuclear se apresuró a responder:
-¿No lo recuerdas? Antes de vivir en la cueva estaba en una gran fábrica abandonada, con varias personas malditas… Allí conocí al colega aquí presente – Lo señaló – y a algunas personas peligrosas como yo o despreciadas por la sociedad…
-¡A mí me llamaban loco! – Chilló Maestro de Sangre, dejándose caer violentamente sobre la cama – Pero había algunos cuyas habilidades incluían una… manifestación física… ¿Se dice así? Pues eso, que resultaban desagradables a los ojos de la gente común, como La Voz, Dragón, Gélido…
Invierno Nuclear se sobresaltó:
-¡Gélido! ¿Sabes algo de él?
-¡Oh, si! Nuestro querido y blancuzco colega está de aventura por África. ¿Recuerdas su teoría sobre las personas especiales?
-Era muy poética, sinceramente, aunque yo no crea en eso. – Se giró hacia su pareja y explicó – Resulta que Gélido pensaba que la gente… como nosotros tenía una misión que influía sobre el orden del universo o algo así, decía que todos éramos importantes por algún motivo que debíamos averiguar.
- Si pues – continuó el rapado personaje – parece que empezó a creérselo demasiado. Para resumir, se montó un culto, una especie de secta y se largó a predicar a África.
-Bromeas…
-¡Que va! Se largó casi con lo puesto, un día antes de que llegasen a echarnos de allí, casi como si lo supiese. Joder, la habilidad del colega… Ya sabes, si le daba para enfriar un refresco ya era mucho, pero él creyó tener un destino superior o algo.
Ella estaba a punto de decir que le sorprendía. Pero Invierno Nuclear no miente a sus antiguos amigos, así que dijo:
-Creo que se sentía muy desplazado. Es decir, con esa fina capa de hielo sobre la cara no podía moverse por la calle sin que se parasen a mirarlo…
-Vamos, que le pegaron en el colegio. – Interrumpió El Silencio, con muy poco tacto.
-¡Claro! – Prosiguió ella – Por eso quería creer en algo que le permitiese seguir adelante. Tus habilidades pueden ayudar a la gente, las mías solo sirven para destruirla… Pero la de Gélido ni para eso. Ni para bien ni para mal se sentía importante.
Maestro de Sangre estalló en una risa histérica y dijo:
-Joder, pues ahora un montón de congoleños están encontrando su destino en el cosmos.
La conversación siguió una media hora más, hasta que derivó al tema que había traído a la pareja protagonista hasta aquel sórdido lugar. Querían saber de donde había salido aquel ser. ¡Y su anfitrión tenía las respuestas al lado del ventilador! Cogió una libreta y un par de blocs de notas y se los pasó, al tiempo que decía.
-¡De aquí! ¡El muy cabrón salió de aquí! Por lo que pude entender de esas notas esto fue una especie de laboratorio secreto clandestino, algo salió mal, el tipo se cargó a sus “padres” y salió a por más. No sé donde está todo el instrumental de investigación, solo encontré esos papeles que no entiendo y a ese vampiro comiéndose a la gente. Evacué a la gente, urdí mi plan y esperé.
-¿Puedo llevarme los papeles? Tal vez entienda algo. – Dijo ella, y su colega asintió.
-¿Qué harás con él? – Una pregunta muy sensata, formulada por El Silencio.
-Oh mierda, mi plan solo incluía capturarlo. Pues no sé…
-Pero fuimos nosotros quienes lo capturamos.
-Ya bueno… ¿Qué más da?
Era un asunto ciertamente peliagudo, que requería una solución bastante inmediata así que…

¡Busca la miniserie de Maestro de Sangre, donde se encuentra la solución a este problema y otros misterios de la vida!

2 comentarios:

  1. Pѕу¢нø Cøяpѕє12 de julio de 2009, 15:23

    Buenas =). Supongo que ya sabes quién soy. Te comento aquí en vez de en la otra página como te dije.
    Ya me he leído el nuevo volumen. Podrías escribir muchas más historias si te diera por ahondar en cada personaje que aparece ahí nombrado, ¿eh? jeje.
    Habrá que leerse por el momento la miniserie del Maestro de Sangre. Ya iré echando un vistazo para ver cuando la publicas :p
    ¡Un beso!

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  2. ¡Hola! Encantado de que comentes po aquí.
    No se lo digas a nadie, pero voy a acabar haciendo varias miniseries, y series no tan minis, de gente que va saliendo y tal :P

    Sientete libre de revolver en esta mierda siempre que quieras, cada vez huele mejor.
    ¡Un abrazo!

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