lunes, 30 de noviembre de 2009

trageDy

Era muy guapa. Era tan insultantemente hermosa que hacía llorar a las estrellas. Era tan indescriptiblemente bella que un día mientras amanecía había enamorado al Sol recién levantada, con lo cual la Luna le había retirado la palabra a ambos; así pues, el Sol empezó a brillar más en verano, pero las noches se volvieron ligeramente más tristes.

Tal vez no se había dado cuenta de un hecho importante; la perfección de su sonrisa era un violento bofetón para quien planease abordarla. Y por eso estaba sola. Y por eso las nubes lloraban. Pero no se escuchaba el repicar de las lágrimas; allí dentro no había más que ruido. Caos cacofónico de voces, vasos y música que no permitía pensar. Se dejaba llevar entonces. ¿Para qué hablar a quien no va a escuchar? ¿Para que escuchar a quien solo va a balbucear?

Y acababa mal. Era así de irremediable. No por ella, sino por ellos. ¿Era el lunar de su perfecta y deseable mandíbula o era su genialidad general en el diseño? Podía ser en un gran porcentaje, pero en lo que sobraba era simplemente la gilipollez de ellos. Simple y llanamente. Los cuerpos no conversan, piensan. No quiero que los cuerpos conversen, les da miedo. Y entonces siempre se acaba. No lo sabe, no quiere, no cree saberlo, pero mejor así. Y mientras sus ojos siguen ineludibles…

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