lunes, 7 de febrero de 2011

Maestro de Sangre's Extremely Comeback: Amor al Invierno

Escribí esto en la madrugada de ayer, pero por ciertos avatares del destino que incluyen ordenadores de mierda en la facultad lo perdí. Ahora acabo de reescribirlo lo mejor que pude. Sé que la primera versión era mejor, pero no recuerdo por que. Como veo que no puedo recordar nada más de como era lo subo así. Disfrutad. O no.

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Lo pedísteis. Lo pedísteis de vuelta y aquí lo tenéis, colgado desesperadamente de un teléfono, a punto de hacer lo que él considera un suicidio y lo que cualquier persona consideraría normal:
-Mira muslitos, - no me jodáis, vinísteis aquí a verla y va a aparecer si o si – prometo quedarme sin sangrar durante todo el día... Al menos en público. Pero voy a sacarte de casa, ¿vale?
Un rato después, nuestro divertido e interesante protagonista dejaba su Refugio para irse a uno de esos bares con carta de cafés. Tiene una decoración más o menos verde, por si os interesa. Una vez sentado le vino a la mente una terrible a la par que demoledora idea:
-Joder, tiene que venir desde el puto monte...
-¿Perdón? - Camarero Genérico Nº1.
-¿Es este uno de esos bares donde uno puede sentarse para quedarse mirando melancólicamente por la ventana esperando a su cita?
-Aquí no hay ventanas señor... - Contestó el camarero, visiblemente nervioso.
-Oh mierda. Vale pues ponme un agua. - Dijo suspirando nuestro protagonista.

Unas diez aguas después ella apareció en todo su adorable y hermoso esplendor, que no será descrito aquí para no estropear la mitad de la gracia que el personaje pueda tener.
Camarero Genérico Nº2 se apresuró a atenderla, a lo que ella contestó con desgana:
-Un café irlandés por favor. Bueno... Mejor dos.
-Hola muslitos. - Consiguió articular nuestro extravagante protagonista, al tiempo que mostraba una extraña mueca que seguramente era una sonrisa.
-Hola Maestro... - Sonrió ella débilmente.
-Luci tengo que preguntarte algo... - Ella le preguntó de que se trataba – Resulta que he estado mirando al cielo y al clima en general últimamente y... ¿Eres tú?
Estaba preciosa hasta cuando se encogía de hombros y agachaba la cabeza. En serio, era un puto amor tremendamente abrazable.
-Creo que si... - Contestó con la voz entrecortada.
-Joder muslitos, tienes que pararlo, ¿eh?
-No sé como hacerlo... - Poco más podría entrecortarse su voz antes de caer en el abismo del silencio – Tengo que preguntarte otra cosa... ¿Es verdad lo que dicen las noticias acerca de que estás trabajando con Carlos? - Vale, es otro tipo de abismo del Silencio, ¿qué pasa?
Nuestro intrépido protagonista, lleno de recursos y habilidades comunicativas sin par se pensó durante unos segundos la respuesta. Reflexionó acerca de hacer explotar las venas de sus muñecas para mostrar su disconformidad con la pregunta, pero al final respondió elocuentemente:
-Si y no.
Ella pidió explicaciones acerca de tan clarificadora respuesta, a lo que él respondió:
-Intento parar a ese cabrón, así que lo sigo. Lo que pasa es que a veces se mete en problemas y claro, no voy a quedarme parado a ver las palizas, ¿no?
-¿El Silencio se mete en problemas? - Se sorprendió Lucía.
-¿El Silencio? ¡Solo es un puto niñato con la autoestima en el culo en el cuerpo de un hombre, joder! - Chilló más allá de lo aconsejable él.
Ella se tragó como pudo las ganas de discutir, así que la conversación pudo transcurrir de una manera menos tensa a partir de ahí, que miró fugazmente su reloj y entonces él dijo:
-Ahora es cuando me abandonas...
-No, - Sonrió ella, débilmente – es que... ¿Te conté que voy a usar gafas a partir de ahora? Pues puedo ir a recogerlas hoy ya, y pensé en ir hoy antes de que cierre en un rato.
-¿Te acompaño?
-Pues claro. - Volvió a sonreir.
Se levantaron y pagaron cada uno lo suyo antes de salir del bar. Si os preguntáis como coño hace Maestro de Sangre para pagar lo suyo, es porque es el heredero de la fortuna multimillonaria de un médico muerto, por ejemplo.

Mientras recorrían el pequeño trecho que hay desde el bar hasta la óptica, teniendo en cuenta que la Plaza Roja siga ahí a la hora de leer esto, Lucí dijo:
-Oye Maestro, gracias por sacarme de casa.
-No iba a dejar que te quedases tirada en cama congelando e irradiando la ciudad, ¿verdad? Además no puedo resistirme a los escotes que usas, niña. - Respondió con una risita de lo más disonante.
Ella sonrió y dijo con una voz más dulce de la que habitualmente usaba:
-Eres un buen amigo.
-Es una pena, chica.

Rápidamente llegaron a la óptica, donde la dependienta se sorprendió al ver a Luci con otro hombre diferente. No hizo ningún gesto ni nada, pero se notó en el tono que utilizó para decir:
-Aquí tiene sus gafas, gracias.
Eran unas gafas de esas que no tienen montura por abajo con las que hay que tener más cuidado pero también molan más. Luci se las probó ante un espejo mientras una oleada de desolación le sobrevino al pensar que iba a tener que llevarlas durante el resto de su vida.
Al verla con las gafas puestas, Maestro de Sangre se apresuró a expresar de la forma más obscena posible su opinión acerca de como le quedaban. Esto escandalizó todavía más a la dependienta, pero no a Luci, que estaba acostumbrada ya a este tipo de trato por parte de su amigo, instructor y protector, así que se limitó a decir:
-Gracias...
-Nada puede quedarte mal, muslitos. - Se cortó un poco esta vez ya que había visto a través del rabillo de su expresivo ojo la mueca de disgusto de la dependienta aburrida que había allí.
Ella agradeció el cumplido como pudo. Luego pagó y ambos se dirigieron a la puerta. Ya no se quitó las gafas, pues era mejor que se acostumbrase cuanto antes a su nueva cara. Porque en serio, esas cosas cambian la cara, aunque no siempre para mal y viceversa.

Al salir contemplaron a los jóvenes que se empezaban a reunir allí para preparar los múltiples botellones a los que, para desgracia de Luci, no estaban invitados. Se quedaron un rato paseando por el lugar viendo a toda esa chavalada que seguramente se lo pasaría mejor que ellos esa noche, cuando de repente se escuchó una voz bastante familiar detrás de ellos:
-Te quedan bien.
Ella se giró lentamente a preguntar, aunque sabía perfectamente quien era:
-¿Carlos?
Allí estaba él, asintiendo, en una típica y aburrida ropa de calle, mientras a nuestro ahora furioso protagonista comenzaban a llenársele los ojos y la boca de sangre.
-¿Qué haces aquí? - Preguntó ella, sin saber muy bien si debería haberlo hecho.
-Recordé que hoy tenías que recoger las gafas, así que vine a verte. - Dijo él, con una serenidad que acojonaba.
-Bueno... Eso es que llevas dando vueltas por aquí todo el día, ¿no?
-¿A dónde voy a ir, cariño?
Fue entonces cuando Maestro de Sangre, preso de ira, se giró bruscamente, con la boca y los ojos chorreando y la cosa se puso muy seria así que la narración debe parar aquí porque en teoría esto es una cosa de coña.
Pero solo en teoría.
O no.

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Al final utilicé los dos títulos, soy un genio ;)

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