lunes, 31 de agosto de 2009

Un poco de noir...

Caminaba por la concurrida avenida. La lluvia empapaba su gabardina y su sombrero, convirtiéndose en una retorcida metáfora del estado de su corazón y su rugiente estómago. Creía haber dejado el alcohol. Pero también creía haberla dejado a ella. Ella y sus rojos cabellos. Solo quería llegar a casa, quitarse la gabardina y dormir. Pero no iba con prisa. Rezaba para no soñar con esa melena pelirroja. Solo quería vomitar; el whiskey y todo lo que tenía que ver con ella. Maldición, el whiskey tenía que ver con ella. La cabeza martilleaba como una máquina de escribir de Chicago. La última canción escuchada en aquel local retumbaba en sus sienes. Se maldecía a si mismo por haber aparecido por allí, maldecía la bebida, maldecía al camarero que se la había servido, maldecía la lluvia, maldecía a sus húmedas ropas, la maldecía a ella, la deseaba a ella.

Desde luego no creía encontrarse sentado en la cima del mundo.

Pero la maldita canción no dejaba de restallar como un látigo directo a sus sienes.

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